Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
238 GERMAN LEGUIA Y MART!NEZ aquel hecho, que, con daño enorme para el Perú (pues trajo el aplazamiento de su campaña emancipadora) ejerció tanto y tan decisivo influjo en su destino y en el destino general de la Amé– rica del Sur. II Esa ignorancia, esa noche completa, perpetuada, como se ha dicho ya, por casi un siglo, con luengos intervalos en que apenas si se iba penetrando alguna de las muchas verdades hundidas en sus tinieblas, hizo que los his toriadores desesperasen de conocer los tópicos, pormenores y circunstancias de la famosa entrevista . "Tormento de la historia" apellidóla alguno de ellos. Hasta 1827 no se hablaba en el Perú de otro documento que la carta-respues– ta del Protector al general Guillermo Miller, carta de que trata– remos en seguida. De 1830 a 1844 trascendió al público alguna que otra confidencia del vencedor de Maipú, hecha a los prohombres de la América republicana que buscábanle en su retiro. Hasta en– tonces pudo decirse que no había una sola fuente de autenticidad capaz de desvanecer la nube de hipótesis y contestaciones formu– ladas en torno del asunto. Por fin, en el postrero de los años re– feridos, diose a la estampa la carta de San Martín a Bolívar, fe– cha en Lima el 29 de agosto de 1822; y en 1878, la del propio San Martín al Presidente del Perú, gran mariscal Ramón Castilla; instrumentos ambos, que descorrieron una extremidad del apre– tado velo; hasta que, últimamente, en 1811, apareció en Bogotá la nota reservada del secretario de Bolívar, general don José Gabriel Pérez, datada en Guayaquil a 29 de julio de 1822 (1) y dirigida al Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia. Por el deta– llado y metódico relato de los negocios o cuestiones tratados el 26 y 27 de julio del mismo año, como hecho bajo el dictado per– sonal o la inspiración directa del Libertador, esa nota viene a completar la documentación unilateral, y por tanto fragmentaria, poseída hasta ese instante sobre el punto; y a encender luz sufi– ciente con que despejar, en ecuaciones exactas, definidas, depu– radas, por imparcial y sana crítica, todas las interesantes incógni– tas del problema planteado hasta nuestros días. (1) Sólo dos d1as después; de la entrevis;ta estrictamente apellidable así, que fue el 27.
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