Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
LAS FUENTES DE LA ENTREVISTA 239 111 La carta de San Martín a Miller fue un estallido de indigna– ción, provocado por cierta calumniosa imprudencia de Bolívar. No cabe la menor duda acerca de la mortificación que, en el ánimo de este último, producían cualesquiera elogios tributados a su émulo en el Perú, donde, a la par que se pregonaban la superio– ridad militar del Presidente de Colombia, y la negatividad de la misión emancipadora del redentor de Chile en la patria de los Incas, casi siempre formulábanse abiertas alabanzas, rendidas a su desinterés personal y a su probada abnegación política. Esto, a manera de compensación misericordiosa, impuesta por la equi– dad y por el deber, aun en presencia del rival hipócritamente jus– tificado, pero ocultamente prevenido. No desperdiciaba este últi– mo ocasión de mo...tejar y empequeñecer la obra de San Martín, más que todo al escuchar las alabanzas aludidas; y no una, sino varias veces, hubo de insinuar diabólicamente la absurda especie de que, en la conferencia de Guayaquil (cuyo secreto se habían comprometido a guardar los dos libertadores), había el prócer ar– gentino propuesto al colombiano "la constitución de una monar– quía, que, compuesta por el Perú, la República Argentina y Chile, ·fuese, en calidad de soberano, regida por el proponente mismo". Indignado Miller escribió luego al ex protector -no porque duda– se de la falsedad saltante de aquella impostura; sino para dar al imputado una oportunidad de desmentirla, y de hacer, con tal propósito, declaraciones tan necesarias como perentorias-; y, en efecto, preguntóle "qué había de verdad" en la aseveración. San Martín inmediata, enérgicamente, perdiendo casi su ecuanimidad gélida y clásica, contestó, en carta de 19 de abril de 1827, lo que sigue: "Me dice Ud. en la suya última: según algunas observacio– nes que he oído verter a cierto personaje, él quería dar a enten– der que Ud. quería coronarse en el Perú, y que éste fue el prin– cipal objeto de la entrevista de Guayaquil. Si (como no dudo, y <!Sto porque me lo asegura el general Miller) el cierto personaje ha vertido esas insinuaciones, digo que, lejos de ser un caballero, sólo merece el nombre de un insigne impostor y despreciable pi– llo, pudiendo asegurar a Ud. que, si tales hubieran sido mis in– tenciones, no era él quien me hubiera hecho cambiar en mi pro– yecto". Tal declaración, explícita, terminante, sirva, de una vez, para descartar de la conferencia toda proposición sería de "creaciones monárquicas, con soberanos improvisados de la propia América'',
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx