Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
LAS FUENTES DI'. LA ENTREVISTA 247 IX Los anteriores argumentos, lógicos y convincentes a primera vista, son, no obstante, fútiles y especiosos. En primer lugar, pue– de haber y hay documentos que, aun existiendo, permanezcan des– conocidos; así como existieran otros muchos, sólo ciados a luz úl– timamente. Ejemplo: la nota del secretario Pércz, de que hablare– mos en seguida; y nada se opondda a la circunstancia, ciertamen– te verosímil, de que uno de esos documentos de paradero igno– rado (del lado de Colombia y de sus publicistas) fuese el original de la carta dirigida al Libertador. De que un documento no se conserve, o no se descubra por una sola de las pa rtes, no se de– duce forzosamente que no exista, ni que el ejemplar exhibido por hi otra parte sea apócrifo. Hay otros m edios entre los extremos de tal disyunción. Y esos medios se conciben s in violencia, res– pecto de la famosa carta, posible de ser encontrada, aunque no lo ha sido todavía, en los archivos bolivarianos y colombianos; como lo fue, recientemente, la nota dirigida al Ministerio de Re– laciones Exteriores de Colombia por el secretario del Presidente de la misma. Y, en efecto, podría haber sobrevenido alguno de estos dos extremos: 1?- Que, no habiendo el Libertador recibido, como no reci– bió, la carta en Guayaquil, de donde (por una proclama que ya conocemos) consta que se ausentó hacia las provincias meridio– nales del Ecuador el 1? de setiembre siguiente, esto es, sólo tres días después de haber sido suscrita en la capital del Perú por San Martín) hubo necesariamente de llegar a sus manos en alguno de los puntos del tránsito: en Loja, en Cuenca, o, más allá, en el ca– mino de estas poblaciones a Quito; y que, en tal caso, el documen– to se extraviase en alguno de dichos puntos, con motivo de las múltiples y naturales contingencias de todo viaje; o - - 2?- Que, recibida la carta (con el obsequio del caballo y las pistolas conducidos por Delgado), Bolívar rompiese la primera, sin contestarla ni mostrarla a las personas de su confianza cita– das por el escritor Blanco Fombona; ora porque viese que su con· texto serviría para enaltecer, exclusiva o principalmente, a su con– tendor, que allí aparece hecho un dechado de abnegación perso– nal y política, con desmedro de Bolívar; ora porque creyese útil y aun obligatoria la desaparición de todos los papeles relativos a Ja conferencia, cuya reserva, como San Martín, había comprome-
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