Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

250 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ "J~- Al llegar a la casa, preguntó el Protector a S . E. si estaba muy sofocado por los enredos de Guayaquil, sirviéndose de otra frase más común y grosera aún, cual es pellejerías, que se supone !:er el significado de enredos; pues el mismo vocablo fue repetido con referencia al tiempo que hacía que estábamos en revolución, en medio de los mayores embarazos". "2~- El Protector dijo espontáneamente a S . E., sin ser invi– tado a ello, que nada tenía que decirle sobre los negocios de Gua– yaquil, en los que no tenía que mezclarse: que la culpa era de los gua– yaquileños, refiriéndose a los contrarios. S. E. le contestó que se habían llenado perfectamente sus deseos de consultar a este pue– blo; que el 28 del presente se reunirían los electores; y que con– taba con la voluntad del pueblo y con la pluralidad de los votos en la asamblea. Con esto cambió de asunto, y siguió tratando de ne– gocios militares, relativos a la expedición que va a partir". "3~- El Protector se quejó altamente del mando, y sobre to– do, se quejó de sus compañeros de armas, que últimamente lo ha– bían abandonado en Lima. Aseguró que iba a retirarse a Mcndoza; que había dejado un pliego cerrado para que lo presentasen al Congreso, renunciando el protectorado; que también renunciaría la reelección que contaba se haría en él; y que luego que obtuvie– ra el primer triunfo, se retiraría del mando militar, sin esperar a ver el término de la guerra; pero añadió que, antes de retirarse, dejaría bien establecidas las bases del gobierno; que éste no debía ser demócrata en el Perú, porque no convenía; y, últimamente, que debería venir de Europa un príncipe aislado y solo a mandar aquel Estado. S. E. contestó que no convenía a la América, ni tam– poco a Colombia, la introducción de príncipes europeos, porque eran partes heterogéneas a nuestra masa; que S. E. se opondría por su parte, si pudiera, pero que no se opondrá a la forma de gobierno que quiera darse cada Estado; añadiendo sobre este par– ticular S. E. todo lo que piensa con respecto a la naturaleza de los gobiernos, refiriéndose en todo a su discurso al Congreso de Angostura. El Protector replicó que la venida del príncipe sería para después, y S. E. repuso que nunca convenía que viniesen ta– les príncipes; que S. E. habría preferido invitar al general Iturbi– de a que se coronase, con tal que no viniesen Barbones, austria– cos, ni otra dinastía europea. El Protector dijo que en el Perú había un gran partido de abogados que querían la república, y se quejó amargamente del carácter de los letrados. Es de presumirse que el designio que se tiene es erigir ahora la monarquía sobre el principio de darle la corona a un príncipe europeo, con el fin, sin

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