Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

LAS FUENTES DE LA ENTREVISTA 251 ciuda, de ocupar después el trono el que tenga más popularidad en el país, o más fuerzas de que disponer. Si los discursos del Protector son sinceros, ninguno está más lejos de ocupar tal tro– no. Parece muy convencido de los inconvenientes del mando". "4~- El Protector manifestó a S. E. que Guayaquil le parecía conveniente para residencia de la Federación, la cual ha aplaudido extraordinariamente como la base esencial de nuestra existencia. Cree que el gobierno de Chile no tendrá inconveniente en entrar en ella, pero sí el de Buenos Aires, por la falta de unión y siste– ma en él; pero que, de todos modos, nada desea tanto el Protec– tor como el que la federación del Perú y de Colombia subsista, aunque no entre ningún otro Estado más en ella; porque juzga que las tropas de un Estado al servicio del otro, deben aumentar mucho la autoridad ele ambos gobiernos con respecto a sus ene– migos internos, los ambiciosos y revoltosos. Esta parte de la fe– deración es la que más interesa al Protector y cuyo cumplimiento desea con más vehemencia. El Protector quiere que los reclutas de ambos Estados se remitan recíprocamente a llenar las bajas de los cuerpos, aun cuando sea necesario refarmar el total de ellos por licencias, promociones u otros accidentes. Mucho encareció el Protector, la necesidad ele esta medida, o quizás fue la que más apoyó en el curso de sus conversaciones". "5?- Desde la primera conversación, dijo espontáneamente el Protector a S. E . que, en la materia de límites, no habría dificul– tad alguna; que él se encargaba de promoverlos en el Congreso, donde no le faltarían amigos. S . E. contestó que así debía ser, principalmente cuando el tratado lo ofrecia del mismo modo, y cuando el Protector manifestaba tan buenos deseos por aquel arre– glo tan importante. S. E. creyó que no debía insistir por el mo– mento sobre una pretensión que ya se ha hecho de un modo po– sitivo y enérgico, y a la cual se ha denegado el gobierno del Perú, bajo el pretexto de reservar esta materia legislativa al Congreso. Por otra parte, no estando encargado el Protector del poder ejecu– tivo, no parecía autorizado para m ezclarse en este negocio. Ade– más, habiendo venido el Protector como simple visita, sin ningún empeño político ni militar, pues ni siquiera habló formalmente áe los auxilios que había ofrecido Colombia y que sabía se apres– taban para partir, no era delicado prevalerse de aquel momento, para mostrar un interés que habría desagradado sin ventaja algu– na, no pudiendo el Protector comprometerse a nada oficialmente. S. E. ha pensado que la materia de límites debe tratarse formal-

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