Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

GUAYAQUI L, PROVINCIA PERUANA 15 recurso al Tribunal y al Superior Gobierno de Lima, por oprimido que se vea, a causa que la distancia de más de trescientas leguas lo desa– lienta en tanto grado, que el comercio ordinario necesita un mes de ida y otro de vuelta, cuando no se atrasa (lo que suele ser frecuente) con las crecientes de los ríos, y entonces es más. Si se intenta hacer un propio, se toca con Za dificultad que cuesta trescientos pesos lo menos, y tarda veinte días de ida. El despacho de los negocios es muy tardío, porque, con Za multitud de los que se agolpan de todo el rei– no, no se dictan las providencias con la brevedad que exigen las ma– terias, siendo lo peor que los reos, tan dignos por su infeliz suerte de la mayor conmiseración, y, por tanto, tan encargados por las le– yes, se hallen desatendidos, ocupando las cárceles y calabozos sin ningún alivio, de modo que parece yacen sepultados por tocia su vida en el más profundo olvido, pues se pasan los meses y los años, y, como nada se adelanta en su castigo o libertad, les viene la deses– peración, intentando sólo el medio de la fuga, que es el que les que– da. Para la presentación del primer escrito en cualesquiera áe aque– llas superioridades, se necesitan setenta y cinco pesos, en esta fo r– ma: cincuenta al abogado y veinticinco al procurador; porque la cos– tumbre de que lleven estas cantidades cada seis meses, y, luego que se entabla la solicitud, las exigen de contado; de que se sigue que, si el pleito termina sin diligencia, queda el cliente bastante gravado; y de lo contrario, se procura dilatarlo, porque, aunque nada se haga, cumplidos que son los seis meses, se ha de adelantar iguales sala– rios, a que se agrega los demás derechos y gratificaciones extraordi– narias, que allí son indispensables. Y he aquí que ningún escaso de fortuna entable un recurso, siendo forzoso que perezca su acción; y que sólo el poderoso o el que tiene favor triunfe en todas las oca– siones y sucumba el desvalido. ¿Quién será, Señor Excelentísimo, el que, con tan insuperables dificultades, se queje de sus padecimien– tos, y mucho menos pase personalmente a esa capital en busca de la justicia y sus desagravios? Sólo el acaudalado, repite el Cabildo, que tiene cómo costear los crecidos gastos consiguientes al viaje por mar o tierra; p ero el miserable, que apenas puede subsistir en su país ¿cómo lo verificará en estas tristes circunstancias, sin poderlo remediar? (19). Nada de esto se experimentaba cuando esta provin- (19) No era indispensable, para nuestro propósito, hacer la extensa trascripción que precede y que sigue, del presente documento; pero nos ha parecido curiosa la serie de datos que contiene respecto a la administración de justicia de la época, datos que son un compendio de lo que en la materia pasaba, a Ja par que en Guayaquil, en las provincias y lugares lejanos del Perú.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx