Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
256 CERMAN LECUIA Y MARTINEZ propio Guido remitió a la Revista Peruana de Lima, y que, con el preámbulo estampado por aquel periódico, a la letra decía (14): "El señor general don Rufino Guido nos pide la publicación de las siguientes líneas, que nos hacemos un honor en insertar en nuestras columnas". "El general Guido, guerrero ilustre de la independencia ame– ricana, actor en los graneles sucesos de aquella época, testigo de la memorable escena de Guayaquil, en que se abrazaron y se re– pelieron los dos grandes libertadores del Nuevo Mundo, presenta también su testimonio, rectificando uno de los varios errores e inexactitudes en que ha incurrido el general Mosquera refiriéndo– se a la entrevista". "He aquí la carta del señor general don. Rufino Guido: "Señor Redactor de La Nación (de Buenos Aires, del 9 de ene– ro de 1879)". "Acabo de leer, en su apreciable diario de hoy, un artículo, que se transcribe de uno de los diarios de Panamá, escrito por el general Mosquera, en el que asegura éste que lo que refiere so– bre la entrevista del general San Martín, y Bolívar Jo sabe co· mo testigo presencia l, como pudo saberlo también el teniente co– ronel Soyer, uno de los ayudantes de campo que dice entramos en el despacho del Libertador, para tomar notas de la conferencia". "El general Mosquera, creyó sin duda, cuando escribió su ar– tículo, que habría muerto también el coronel Guido, así como ha fallecido en Lima, hacía muchos años, el teniente coronel Soyer; pero, felizmente, vive el primero para asegurar que no es cierto que el general Mosquera hubiese presenciado la entrevista, ni So– yer tampoco; porque solos el general San Martín y Bolívar estu– vieron encerrados por más de dos horas". "Es probable que el Libertador, que tenía sus con/ ianzas con Mosquera, lo impusiese, después, de algunos puntos de la confe– rnncia; pero, decirlo de la boca de un interesado, a oírlo mientras lo discutían aquellos dos grandes hombres de la época, habrá una gran diferencia". "Como testigo ocular de aquellos sucesos, y por lo que pueda servir para la historia, le dirijo, señor redactor, estos ligerns apun– tes, por si Ud. quiere insertarlos en su apreciable diario, asegu– rándole que, si tal sucede, se lo estimará su atento y SS.- Firma– do: R. Guido". Así desprestigiado, por veredicto irrecusable, el testimonio en (14) V. también a M;tre, op. cit., vol. III, pág. 627, nota.
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