Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

LAS FUENTES DE LA ENTREVISTA 257 cuestión, tanto más innecesario cuanto que en el día disponemos ele la versión oficial colombiana, cristalizada en la nota del se– c:retario Pérez; no seremos nosotros del número de aquellos que se aferran todavía a ese manantial impuro de información, desa– tado por el afán, patriótico, pero bastar do, de engrandecer la figura del Libertador, empequeñeciendo la de su rival; o abier– to por cierto prurito de vanidad infantil, sediento de una falsa gloria (15). XIII Repetimos que la historia de la entrevista, en la parte que, para más claridad, denominaremos interna -reservada y recón– dita, como desnuda de testigos- quita, por esa propia cir– cunstancia, todo su valor a las exposiciones de quienes han pre– sumido ser poseedores de sus arcanos. Tales exposiciones apenas si tendrán a nuestros ojos la utilidad envuelta en la fase externa del hecho, redondeando, con los detalles ostensibles que en él de– jaron percibir sus dos excelsos actores, las inferencias, próximas o remotas, de los fenómenos despertados en su espíritu. De donde la exclusión, que creemos obligatoria tratándose de la relación Mosquera, debe necesariamente extenderse a todas las testifica– ciones contrarias, sin excluir las de los mnemógrafos argentinos, como Jerónimo Espejo, que por supuesto no tienen en su favor mayores ni mejores motivos de referencia. Nos atendremos, pues, exclusivamente a aquellos instrumen– tos, reproducidos en las páginas anteriores, que, por oficiales, hemos calificado de auténticos; y nos limitaremos a compararlos, concordarlos y apreciarlos, con el auxilio de la más imparcial y serena crítica; forma en la cual (y colocando, como antes hemos prometido, las pr uebas confirmatorias de nuestros asertos en no– tas que irán al pie), procedernos a rehacer y recapitular la narra– ción del interesante suceso, abriendo para ello el subsiguiente ca– pítulo . (15) Confunden a lgunos a este general don Tomás Cipriano Mosquera, plenipotenciario en el Perú en 1829 y 1830, con su hermano don Joaquín, también general y plenipotenciario de Colombia en Lima en 1822. Mientras el primero, en julio de este último año, encontrábase en Guayaquil como edecán de Bolívar, el segundo negociaba en la capital peruana con Montea. gudo, precisamente en ese mes de julio, los pactos de amistad y de paname– ricanismo que pronto tendremos ocasión de conocer en otro lugar. En 1822 don Cipriano era un simple coronel, mientras que su hermano don Joaquín era ya general de los ejércitos de Colombia.

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