Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
262 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ te y el porvenir de nacionalidades que, de prorrogarse la situación, irían a perdición o desmedro seguros, obligatorios y preferentes de prever y de evitar (8). De ahí que crea verdaderamente urgente la intervención armada de Colombia (9). Bolívar expone que, pues la intervención de Colombia es nece– saria, hará inmediatamente partir los auxilios por él ofrecidos des– de Quito en su nota del 17 de junio; auxilios constituidos por los batallones Vencedores de Boyacá, Pichincha y Yaguachi, a los que deberá agregarse el Numanc'ia devuelto inmediatamente por el Pe– rú, como debe ser; cuerpos los tres primeros, que, encontrándose listos en Guayaquil, pueden emprender viaje, y lo emprenderán se· gura, inaplazablemente, en la flota peruana, surta a la sazón en la ría del Guayas. Son mil cuatrocientos hombres escogidos, número que, de momento, juzga bastante para los fines perseguidos por el Protector (10). (8) "Pero también estoy convencido de que la prolongación de la gue– rra, causará la ruina de estos pueblos; y es un deber sagrado para los hom. bres a quienes están confiados sus destinos, evitar la continuación de ta. maños males": id. id. (9) "La lucha en que estamos empeñados debe finalizar con la coope– ración de Ud. y del ejército de su mando": id. id.- El secretario Pérez, por cuya boca habló Bolívar, calló esta parte de la conferencia, y aun faltó adrede a la verdad, diciendo que "el Protector pensaba que el enemigo era menos fuerte que él, y que sus jefes, aunque audaces y emprendedores, no eran muy temibles" (nota del 29 de julio). Falta igual cometió el mismo Pérez en la nota por él dirigida a nuestro gobierno en 9 de setiembre de 1822: "Aunque S.E. el Protector del Perú, en su entrevista en Guayaquil, no hubiera manifestado temor de peligro por la suerte del Perú, el Libertador, no obstante, se ha entregado desde entonces a la más detenida y constante meditación"; pág. 554 de los Documentos para la historia del Libertador, tomo VIII. San Martín no dijo, ni podía decir jamás esas cosas; de pensarlas y de decirlas, mal hubiera querido y podido aceptar los auxilios que, a la fecha, . hallábanse prestos en Guayaquil para partir al Callao el 28 de julio, a bordo de la escuadra peruana. La aseveración está reñida con todos los otros por. menores de la entrevista y con todos los hechos que la antecedieron y sub. siguieron. Y la alteración de la verdad en este punto obedecía al propósito secreto, abrigado por el Libertador, de no auxiliar en forma y extensión apreciables a su émulo, para ser él, sólo él quien tuviera la gloria de con– sumar la independencia del Perú. Y calló las palabras ciertas del Protector, y las desfiguró en su contexto y en su fondo al trasmitirlas de modo in– completo a su gobierno, temeroso de que tanto Santander como el Con. greso decidiesen una intervención colombiana en forma, que, presente to– davía San Martín, no era lo que Bolívar anhelaba, ni respondía a ese pro. pósito secreto que palpitó siempre en sus frases y en sus hechos, desde que se vio en aptitud de seguir adelante salvando los linderos de su patria. (10) "Mañana seguirán de este puerto los transportes que conducen las tropas auxiliares de Colombia": nota del 29 de julio.
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