Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

30 GERMAN LEGUIA Y ~IARTtr;i;z de 1820, con la presencia de San Martín en las playas de Paracas, ganó al fin nervio y vigor, cobró visión y cuerpo, y revistió tanto prestigio como respetabilidad, la santa empresa, la empresa a to– dos necesaria, de la independencia de nuestra República. Pese a quien pesare, y digan cuanto dijeren nuestros vecinos del septentrión, empeñados en opacar Ja participación que en su manumisión política tomaron los hijos o el gobierno del Perú, es lo positivo que su vida autonómica, en sierra y costa, fue, desde su más remota cuna, ideada, acometida y fundada con la generosa ayuda de valiosos elementos originarios de nuestro suelo o proce– dentes de nuestra nación, llamada, en las misteriosas evoluciones de los tiempos, a coronar sobre las crestas del Pichincha, y a sellar, con su esfuerzo y con su sangre, la suerte y el porvenir de Jos pueblos que demoran en la volcánica región extendida desde el Carchi has– ta el Macará. II Hijo de peruanos fue el esclarecido varón que, antes que na– die, habló de au tonomía y de liber tad en la vecina presidencia; experimentareis la severa condición ele las verdaderas armas del Rey, y qui– zá llorareis tarde vuestra torpeza. Subversión proyectada, la negabais y ocul– tabais en la causa que por lo mismo se os formó; que os suponíais fieles vasallos del Rey; y que, ahora que la habeis realizado, os quereis caracteri– zar del mismo modo. No es compatible lo uno con lo otro; y cuidado que ese pueblo, naturalmente tímido, ha cedido a vuestra fuerza. Recordad Ja distinción que habeis merecido al rey y señor natural ele estos dominios, comparadla con vuestra correspondencia. El mismo Quito, que fue conde– corado preferentemente con Ja representación de sus tribunales, se ha com– plicado con vuestra ignominia, y su nombre será abominable, si no procu– ra su remedio. Si así lo dais a entender a los cuerpos que habeis creado, y a todo el vecindario y provincias, dejándolas que obren con libertad, vereis frustrado el sistema con que quereis alucinar a l mundo, suponiéndolo di– manado de su voz. Yo os exhorto segunda vez, en nombre del Rey, con la pureza que debo, para que lo hagais y os aparteis de la senda con que cu– briréis de la más negra infamia a vuestra persona, a vuestra posteridad y a vuestros compatriotas. Entre tanto, tened entendido que ha de continuar cortada la comunicación y el comercio de esta provincia ele mi mando con las que se han subyugado a vuestra voz; y que Jos perjuicios recíprocos serán imputables a vuestra obstinación; y que lo expuesto es la respuesta que doy a vuestras referidas letras. Dios os guarde muchos años. Guayaquil, 9 de setiembre de 1809. Firmado: Barto/omé Cucalón y Vil/amayor. Al mar– qués de Selva Alegre, cabeza de los insurgentes de Quito, V. Pedro Fermín de Cevallos, Compendio de la Historia de/ Ecuador, vol. III, pags. XVII a XX del apéndice.

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