Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
LA REASUNCION DEL MANDO 411 (2); como si adivinara o supiera que la exclusión del ministro enun– ciado habría de ser otro asidero a la maledicencia y al disgusto gene– ral. Desde ese momento, ya no sólo en la proclama del 21, sino en todos sus actos públicos, como en todas las oportunidades que se Je ofrecían en privado, cuidó de decir y de deja r comprender que, efec– tivamente, h ab ía tornado a la autoridad suprema con repugnancia y que no pensaba ni quería otra cosa que la reunión rápida del Con– greso, para desprenderse de aquélla, pronto, decididamente, de co– razón y de verdad. Y, con ese ahínco, con esa pasión, con esa prisa e ímpetu febriles que, para aprovechar el tiempo, ponen, en sus postreras obras y labores, esas actividades que se h an condenado o se sienten próximas a desaparecer, consagróse a p recipitar y con– sumar algunas de las mejoras proyectadas, y, con toda especialidad, aquéllas que le p arecían más capaces de ilustrar y perpetuar su nom– bre; consuelo natural, lenitivo último, justa compensación para un alma que, debiendo hab erse colmado de gloria y coronado su misión t errenal con los más altos y perdurables hechos, paladeaba el do– lor de haber de alejarse para siempre del Perú, sin haber, en aquel teatro de sus ensueños, conquistado Ja una, ni logrado realizar los otros. Corto era el tiempo que quedaba, para creer que en él se pu– diera arribar a gandes cosas; y, por lo mismo, a la vez que procu– raba ir de frente, a la cristalización rápida de la mayor y más legí– tima de las aspiraciones del pueblo peruano -cual era la reunión de la representación nacional- dedicó sus desvelos y afanes todos, a dos empresas, por cierto dignas de toda su preferencia, y cuya concreción fueron dos memorables instauraciones: Ja de la Biblio– teca Pública y la de la Escuela modelo de Lancaster. VII Ya vimos en otra parte que, por decr e to protectora! de 28 de agosto de 1821, o sea sólo a los veinticinco días de asumir el m ando San Martín, había éste dispuesto el establecimiento de una bibliote– ca nacional, encargando "de todo lo necesario para su plantificación" al Ministro de Estado en el departamento de Gobierno, don Juan García del Río. Y sabemos asimismo que, veintiún días después de instaur~da la Delegación Suprema, Torre Tagle y el nuevo Minis tro del ramo, Monteagudo, h abían r esuelto instalar el mencionado insti· tuto en el local del colegio de La Libertad, que es el mismo en qiie (2) "Concurriendo en el Dr. D. Francisco Valdivicso todas las calidades y circunstancias necesarias para el dese.mpeño del Ministerio de Estado y RR. EE. que despachaba: he venido en nombrarlo para este cargo.- Dado, etc.- 22 de agosto de 1852.- 3•.- San Martín".
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