Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE 443 los que la p recipitación o el deseo de una felicidad mal sazonada p roducen frecuentemente al tiempo que los pueblos emprenden la reforma de sus intituciones.- El próximo congreso no puede ins– talarse con todo el aparato de solemnidad que se formarán poste– riormente las asambleas del Perú, ni sus resoluciones tendrán la misma seguridad del acierto, que las que expidan los legisladores de los años futuros, cuando, estando ya tranquilo el continente y circulando en el pueblo mayor número de ideas, puedan extender sin peligro los límites de la liberalidad, y da r a la forma de go– bierno que se adopte una perfección estable, con el esplendor que corresponde a la juventud de las naciones.- Entre tanto, es pre– ciso que se reúna el Congreso Constituyente en los términos que permiten las circunstancias y prescribe la necesidad. Llenando los objetos de su convocación, cumplirá los primeros votos que han hecho los peruanos al sacudir el yugo de la tiranía peninsular. Si él dirige la opinión hacia el fin en que consiste el bien de la tie– rra; si asegura la libertad del pueblo, no sólo contra las asechanzas de los que administren el poder nacional; si la voz de los repre– sen tantes del pueblo hace callar a las pasiones cuando, por des– gracia, dejen escucha r su hor rísono clamor; y si la constitución que dictaren pusiese los derechos del pueblo a cubierto de todo atentado, sirviendo igualmente de una barr era sagrada contra los agresores del or den y de la subordinación legítima; entonces los p rimeros representantes que va a nombrar el Perú vendrán dere– cho a que se les tribute un homenaje de respeto y gratitud que ha– ga dichosa su existencia y célebre su fama.- Este es el voto y la esperanza del Gobierno; éste, el deseo y la necesidad del pueblo; feliz uno y otro, si así se verifica.- Con la idea de que la Representa– ción Nacional sea tan completa como es posible actualmente, se ha resuelto lo que aparece del decreto siguiente, para que del todo no carezcan de ellas las provincias que están en impotencia de nom– brarla. Esta medida se funda en dos principios solemnemente le– gales, y no podría dejarse de adoptar sin la infracción de unos de– rechos que esencialmente son los mismos que hoy ejercitan los de– partamentos libres. Las provincias de Cuzco, Arequipa, Huaman– ga y Huancavelica han acreditado, por actos positivos, sellados muchas veces con su sangre y siempre acompañados de la más vehemente decisión, que quieren ser libres y no depender de la injusta España. En prueba de esto, existe en esta capital un con· siderable número de sus más ilustres ciudadanos, que han venido a reunirse a los libres, o que antes habían sido conducidos a ella, en castigo o precaución de los esfu erzos que habían hecho

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