Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

42 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ vos y buenos oficiales pidieron y alcanzaron, también en el acto, pasaporte para Guayaquil, de donde como colombianos que eran (11), pensaron dirigirse a su patria; no, como alguien ha dicho, llamados por el brigadier Calzada, ni para entrar en otra unidad realista que, con el propio nombre de Numancia, acababa este último jefe de constituir en Popayán; sino, como lo manifestaron siempre, invariablemente, para incorporarse en las filas del ejér– cito libertador de Venezuela y Nueva Granada (12). Casi al mismo tiempo, Pezuela mandaba que le llevaran, vivo o muerto, a l capitán graduado don León Febres Cordero, numan– tino como los anteriores, acusado de pecaminosas inteligencias y frecuentes entrevistas con los patriotas de Lima; principalmente, con Mariátegui. Febres logró escapar en momento oportuno; y, oculto primero en casa de la patriota limeña doña Carmen No– riega y Paredes; después, en la de doña Gertrudis Coello; y, por último, en la del Dr. Fernando Urquiaga -pudo, con éste y con Mariátegui, que lo disfrazaron a pedir de boca-, trasladarse a Chorrillos, y allí embarcarse en el barranco nombrado del Agua Dulce; de donde pasó a la escuadra de Cochrane; y de ésta a Gua– yaquil, cabalmente en la embarcación m isma en que, con igual destino, cumplían viaje Letamendi y Urdaneta (13). Llegados los tres colegas a Guayaquil, y sabedores de los grandes éxitos que en todas partes conseguían los gloriosos de– fensores de Colombia, Jlenáronse de cívico entusiasmo; sentimien– to que llegó a su colmo, una vez que pusiéronse al habla con Es– cobedo y con los demás patriotas de la guarnición y del vecin– dario, y los descubrieron tentados de tramar un pronunciamiento. En el acto diéronse a esta buena obra, propiciándola e impulsán· dola con la intrepidez, reserva y decisión naturales en quienes procuraban asegurarse un feliz éxito. XII La empresa era difícil y en extremo arriesgada, porque, en Guayaquil, "los hombres ardientemente enamorados de la inde– pendencia" eran apenas "unos cuantos"; porque la universalidad del paisanaje se había manifestado, en medio de la conmoción (11) Urdaneta era de Coro (Venezuela); y Letamencli, según nuestros ela– tos, de Panamá. (12) Ver el Resumen histórico de P. F. ele Ccvallos, vol. III, pag. 229. (13) Mariátcgui, A1101aciones, .• 11ás~''.3~: ·:"> -- ..

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