Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
44 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ roso, que facilitó algunos fondos (15); a don José Undaburu, pa– triota, como el precedente, joven resuelto y convencido; y a don Manuel Leocadio Llona, de prendas tan apreciables como las de los dos anteriores. Letamendi, por su lado, logró dos interesantes conquistas: la del marino Manuel Loro, propietario y capitán del veloz Klipper o goleta Alcance, consagrada al comercio entre la ría y el Callao y surta hacia esa fecha en, Guayaquil; y la del condueño, conta– dor y piloto del mismo buque, excelente joven don Manuel An– tonio Luzurraga; ambos españoles, como que el primero era ca– nario y el segundo vizcaíno. A pesar de su nacionalidad, esos dos buenos sujetos mostráronse separatistas decididos, y exterioriza– ron sin amb ajes su devoción hacia la causa; devoción que pro– metía, pa ra el evento de un fracaso, r efugio seguro y salvación a los abnegados corazones que la defendían (16). En fin, Febres Cordero, aunque tentó, sin éxito, atraerse a su grande y buen amigo, comandante don Miguel Torres Valdivia, jefe de la brigada de artilleros existente en plaza, consiguió, con todo, merced a esta amistad, mezclar en el complot a uno de los subalternos de aquél, el sargento Damián Nájer a; y a un amigo íntimo de este último, perteneciente a la plana mayor del Daule, capitán José María Peña; o sea a los dos sujetos que Torrente, con desprecio y r encor mal r eprimidos, tilda puerilmente de mu– latos (17). Escobedo, entretanto, obtenía éxito prodigioso en su propa– ganda, pues comprometió primero a sus dos compatriotas (cuz– queños), capitanes Hilario Alvarez y Antonio Farfán, que se ple– garon al complot con ciego júbilo; y después, cautelosa, persis– tentemente, a los sargentos del Granaderos, casi todos peruanos, y a los demás oficiales del batallón, excepto uno solo, que habría en todo caso rechazado la insinuación en forma enérgica y pe· rentoria: tal era el teniente español don Ramón Martínez Campos, de quien se dijo después que había revelado oportunamente, aun- (15) Nos lo dice él mismo, en su Reseña (escrita en GuayaquH y publi– cada en Lima), pág. 1 de la "Introducción". (16) Quince días arites de la Revolución, y ya de acuerdo con los patrio– tas conjurados, Loro y Luzurraga, so pretexto de un viaje comercial al Istmo, e invocando la necesidad de apercibirse contra los corsarios independientes, obtuvieron permiso para armar a la Alcance en guerra; todo con "el designio secreto de embarcarse en ella los más comprometidos y marcharse a Chile, si abortase o no tuviese buen resultado el movimiento".- Boletín núm. 3 del Ejército Libertador del Perú, Ancón, 6 de noviembre de 1820. (17) Op. cit., vol. III, pág. 36. ·· ...
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