Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
46 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ teniente gobernador -resultó, con sus veinticinco años, ser la única figura de r epresentación que quedaba a los patriotas-; y él fue, por tanto (miércoles 4), preconizado y reconocido, por to– dos ellos, como jefe y director del pronunciamiento (20). . (20) Apelaremos al testimonio del ecuatoriano Cevallos, para confirma– ción de lo que exponemos en el texto: 'Conviniéronse, dice, los patriotas en poner a la cabeza de la revolución al ,¡;:oronel don Francisco Bejarano; pero, consultada su voluntad, se excusó, fundándose en sus achaques y vejez si bien alentándolos y dando buenos consejos. Fijáronse luego en el Dr. José Joaquín Olmedo, el hombre que más tarde llegó a brillar como el primero de los poetas americanos. Diputado en las cortes de España, patriota muy acendrado, de ingenio sobresaliente y sólida instrucción, era sin duda bien a propósito para gobernar su patria en tiempos de bonanza, mas no en los de tempestades. Para éstos sobre ser de ánimo estrecho, sus hábitos de poeta y jurisconsulto le alejaban de todo desempei'\o que no fuera el muy envidiable de hacer hablar a las musas, cuando se sabe hacerlas hablar como él sabía; o el pasivo de patrocinar a sus oyentes, arrellanado en su sillón: "Puede con– tarse conmigo para todo, dijo; mas no para caudillo de revolución, porque esto es para un militar, y militar de arrojo"; y, vista su negativa, también le dieron por excusado. Tocaron, en fin, con el teniente coronel de artillería, pero no en servicio activo, Don Rafael Jimena; hombre valiente y pundono– roso, pero también de calzas recatadas, que, no queriendo mostrarse ingrato contra Espai'\a, en cuyos colegios se había educado, y vivido después por largo tiempo, no quiso tampoco aceptar el cargo. Desamparados los jóvenes, se resolvieron a obrar por su propia cuenta. Los conjurados se ent endieron primeramente con Escobedo" ... Op. cit., vol. 111, págs. 230 y 231.- Es dec!r, sin jefe viejo y sesudo, conocido y prestigioso, los jóvenes, abandonados a sí mismos, se buscaron wi caudillo joven y ese fue Escobedo. Y lo fue induda– blemente, según lo irán acreditando todos los hechos posteriores, que ya ire– mos anotando y comentando a su tiempo; sólo que Cevallos, Villamil, etc., pretenden arrebatar a nuestros compatriotas el mérito de la dirección, y has– ta el de la iniciativa y antigüedad en los servicios; y parece que quisieran ha– cerlos aparecer comprometidos con los conjurados, sólo después de buscados y solicitados Bejarano, Olmedo y Jimena; aseveración falsísima, porque, si se vio a éstos para caudillos, fue porque todo estaba listo y preparado por Escobedo y con Escobedo, antes que por nadie ni con nadie; circunstancia sin la cual, ninguno, por arrojado que fuese, se habría atrevido a una suble– vación, teniendo en contra el cuerpo de linea más numeroso e importante de la plaza. La mala voluntad de los escritores ecuatorianos los hace siempre callar o desfigurar la verdad, cada vez que ésta puede favorecer a un hijo del Perú. Camilo Destruge llega hasta decir que "el ardoroso Febres Cordero se expresó en el sentido de que no veía la necesidad de perder más tiempo en buscar un jefe. Procedamos todos a nombre de la Patria ... Hagamos la re– volución: triunfemos y después vendrá lo demás. Así quedó acordado ... (Op. cit., pág. 173). Es la primera vez que se nos ofrece un grupo de milita– res resueltos a hundirse en un pandemonium, operando sin dirección y sin cabeza, es decir, sin orden, sin disciplina, sin unidad... A fin de escatimar glorias a los peruanos y atribuírselas a sus co~patriotas, ~sos histori.a~ores ecuatorianos procuran quitar a Escobedo la pnmacía en tiempo, clec1s1ón y
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