Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
550 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ "Al día siguiente, 19, al tiempo de colocar en el féretro lor restos mortales del ilustre difunto, la caja de la guardia nacional resonaba ca:malmente en frente de la casa mortuoria, como si fue– ra un homenaje militar tributado al guerrero que hizo r esonar por vez primera, en las altas cimas de los Andes, los clarines y tam– bores marciales que acompañaron, en Chile, el Perú y el Ecuador, el estandarte victorioso de la independencia americana". "El 20, a las seis de la mañana, el carro fúnebre recibió el fére– tro y fue acompañado en su tránsito silencioso por un modesto cortejo. Cuatro faroles, cubiertos de crespón negro, adornaban, en– cendidos, los ángulos superiores del carro. Seis hombres, vestidos con capotes del mismo color, marchaban de ambos lados. Detrás iban: el señor Balcarce, llevando a su derecha al señor Darthez, an– tiguo amigo del general; y, a la izquierda, el señor Rosales, encar– gado de negocios de Chile. Marchaban en seguida : don José Guerri– co, un joven de Buenos Aires, hijo de su hermano don Manuel; el doctor Gerard y el señor Seguir, vecinos ambos de Boulogne. E l acompañamiento era humilde, y propio de la alta modestia, tan dig– na compañera de las calidades morales y de Jos títulos gloriosos de aquel hombre eminente". "El carro fúnebre se detuvo en la iglesia de San Nicolás. Allí rezaron algunos sacerdotes las oraciones religiosas en favor del a l– ma del difunto. En aquel momento noté, en una de las naves del templo, la tumba dedicada a la memoria del almirante Bruix, padre de dos bizarros oficiales, que murieron en América, sirviendo la cau– sa de su independencia, a las órdenes de! mismo jefe que hoy venía a confundir sus restos con los del célebre almirante". "Sobre la piedra de esa tumba se leen estas palabras, que pu– dieran bien grabarse en la del vencedor de Maipo, con la diferencia de que la patria del general San Martín es grande como el vasto teatro de sµs hazañas: Tan buen padre como gran general: su fami– lia y su patria le lloran". "Después de esa ceremonia, el convoy fúnebre continuó hasta la catedral. vasto edificio que se construye en la parte de la ciudad lla– mada alta. En una de las bóvedas de la capilla, acabada ya, fue de– positado el cadáver que acompañábamos. Allí descansará, hasta que sea conducido más tarde a Buenos Aires, donde, según sus últimos deseos, deben reposar los restos del general San Martín. Fiel siem– pre a sus hábitos modestos, había él mismo manifestado la voluntad de que su entierro se hiciera sin pompa ni ostentación alguna. Y así se h a hecho" ... "La catedral cuyas bóvedas subterráneas contienen los restos del general San Martín, remonta su alta cúpula no lejos de la columna
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