Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

OSTRACISMO, OSCURIDAD Y SILENCIO 555 pidos del trueno, por lo general osténtanse en su grandios a sere– nidad , rudas, imponentes, misteriosas como la eternidad y como la suerte. Bolívar, a la manera que el Cotopaxi, el Sangay, o ese Sinaí electrizado por la presencia soberana de un Dios, alza dondequ iera la voz tonante entre un concierto de ruidos tormentosos; San Mar– tín como el Chimborazo, como ~l Coropuna, rebuja la doliente som– bra en las altas nubes, hurtando al día la brillantez cristalina, se– pulcralmente callada, de sus nieves eternas ... Ofrenda de todo un por venir; renunciamiento de toda figura– ción, de toda personalidad y de todo bien; suicidio moral; holocau s– to de amor y de civismo: esa abdicación total, sin reserva ni excep– ción, aún inexplicable en sus móviles, aün deplorable, como es, co– mo debe ser, en sus consecuencias y proyecciones, envuelve siempre un sacrificio sin ejemplo. II La suprema virtud, la pasión altísima, el dis tintivo incompar a– ble de este superhombre sudamericano, fue el desinter és. Desintere– sado, al arrancarse del bullicio de la sociedad en que vivía, y sepul– tarse en un cuartel, para, en una existencia de aus tera privación y fé– rrea disciplina, forjar, sin ruido.y sin alardes, aquel núcleo acerado de las legiones argentinas futuras, nervio propulsor de empresas y triunfos insospechados -la brillante falange de sus bravos grana– deros-. Desinteresado, cuando, eludiendo el comando de las tropas del Alto Perú, apartándose de Ja huella y desdeñando la honrosa su– cesión de los Castelli, los Balcarce y los Belgrano, demanda el des– empeño de una insignificante gobernación provincial, donde, acari– ciando ideales certeros, no vislumbrados por sus predecesores y ca– maradas, entrégase a la creación pertinaz, silenciosa, de las fuerz:¡s que un día .habían de cruzar cumbres y mares en pos de la libertad del continente. Desinteresado, cuando, relampagueante Ja despejada frente con Jos frescos lauros de Chacabuco, exímese de aceptar la suma potestad que se Je ofrenda, y prefiere permanecer al frente de sus bayonetas triunfadoras, para proseguir su misión redentora de hombres y de pueblos. Desinter esado, cuando, .desoyendo las pre– miosas solicitaciones del gobierno de su pa tria, -cuya defensa y p ro· tección hab~íanle abierto de par en par las puertas de un predomi– nio político indispensab le, tras la evidente extirpación que su fuerte brazo habría h echo de la anarquía y el desorden- desobedece a sus jefes natos y provoca Ja memorable rebeldía de Rancagua, para no escuchar otra voz que aquella que le empuja irresistible hacia los

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