Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
OSTRACISMO, OSCURIDAD Y SILENCIO 557 Corrido y hasta humillado en las conferencias de Guayaquil, a n– te la cálida elocuencia, Ja sugestión vigorosa y el egoísmo megalo– maníaco del Libertador; él, cuya modes tia desconocía estos alardes, es, con todo, el rival único, capaz de parangonearse y medirse con el eminente padre y fundador de las r epúblicas septentrionales. Pue– de Bolívar r everberar como un sol en pleno día: San Martín , como el astro níveo de las sombras, parece refulgir aún más en el silencio, en el ostracismo, en la oscuridad, en el misterio. Quizá si Ja estela privada y pública de este caudillo r esulte me– nos complicada e interesante que Ja de su émulo; pero, como con– ceptor y ejecutor de extraordinarias cosas no Je va ciertamente en zaga. Su vida y su silueta históricas son sencillas: la primera es una recta; Ja segunda, una figura matemática: una y otra, nítidas y grandiosas en su propia simplicidad. Visión enérgica y distinta de un ideal, primero; trazo infalible de su rumbo y radio, después; planteo tenaz, benedictino, misterioso, en seguida. Fulminación, oportuna, invencible, jnstantánea, más tar de, con medios y elemen– tos calculados en los más insignificantes pormenores; y, en fin, éxito rápido, feliz, audaz, amplio, previsto, formulado y resuelto ·como una ecuación y un despejo algebraicos: ¿quién se atrevería a negar en esa carrera, cuya finalidad y concreción aplaudirán los siglos, Ja secreta energía y la eficiencia del genio, servidas por la acerada disc,iplina del carácter? Quebrantóse aquél, destemplóse éste en Ja cálida y risueña r e– gión ecuatorial; pero, ¡cuán luminosas y sublimes no son las pági– nas que aún quedan de aquella epopeya trunca, abierta y no con– cluida por su gloriosa espada! Vedle, si no, ya arrancado a las ex– hortaciones y clamores de la patria nativa, pequeña, circunscrita, tender la vista sobre las lejanías del continente, de la patria magna, de Hispano América; y -nuevo cruzado de la libertad y de la jus– ticia, Godofredo de Bouillon del siglo diecinueve- perderse en el horizonte sin límites, en pos de la apartada Jerusalén del Nuevo Mun– do, para redimirla, para emanciparla ... ¡Hermoso espectáculo! En él pudo San Martín, como el romano, decir a los bravos marinos que le conducían: ¡Vais con César y con su fortuna : no h ay nada que temer"! V Bolívar es el rayo. Tórnasc, al cabo, en estratega colosal, árbitro de la guerra y de Ja victoria; pero a fuerza de experiencias dilatadas, de tenebrosos golpes y r eveses. Su genio es la inspiración instantá-
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