Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL 47 Para preparar éste y tomar acuerdos o disposiciones eficaces en forma que no inspirase la menor sospecha, diéronse los ini– ciados a organizar paseos, bailes, francachelas y tertulias, con uti– lización de los servicios ofrecidos o de los dineros suministrados por Villamil y demás conspiradores (21). Allí, entre los acordes de la música y la alegre inquietud del baile, al halago de la fies– ta y a l fuego de sus libaciones, arrancábanse las promesas, sellá– banse los compromisos, trasmitíanse cualesquiera nuevas desper– tadoras de la fe y del entusiasmo, dictábanse las órdenes y decre- dirección, contra lo realmente sucedido y unánime.mente afirmado por todos los autores relativos a la época. Así, para Torrente (vol. III, pág. 35), el batallón Granaderos de Reserva, dividido en partidas mandadas por sus mis– mos oficiales", fue el que practicó, en 9 de octubre, todos los actos consti– tutivos de la rebelión; y, entre los agentes principales de la horrible cons– piración", coloca a Escobedo en primer lugar (pág. 36, id.)- G'arcía Camba, 1extualmente, expone que, "a principios de noviembre, se supo en Lima la in– surrección de Guayaquil, promovida por la infidelidad del capitán Escobedo, del batallón de Granaderos de Reserva, remitido allí de guarnición desde el Perú". (Memorias, vol. I, pág. 347) .- No citamos a Paz Soldán, porque se tildaría su testimonio de parcial; pero sí invocaremos el insospechable de Miller, quien, en sus Memorias, literalmente narra: "El 4 [de noviembre de 1820) la goleta Alcance llegó a Ancón con pliegos de la Municipalidad de Gua– yaquil, anunciando que aquella provincia se había declarado independiente de Espar1a ... Este cambio se había hecho por el teniente coronel don Gregario Escobedo, que ayudado por las tropas de la guarnición, estableció un go– bierno provisional, del cual fue nombrado presidente el mismo Escobedo, (vol. I, págs. 249 y 250). Y bien ¿habría un mozo de veinticinco años sido aclamado presidente del gobierno novísimo, si no hubiese sido, como fue, cabeza, brazo y corazón del movimiento? Imposible ... Hay que dar a cada uno lo que es suyo: sin ello no hay imparcialidad ni jus1icia, y la historia se convierte en relato ridículo y novelesco. (21) El primero de estos festejos efectuóse, el domingo 1• de octubre de 1820, en casa de Villamil, casado con doña Ana Garaicoa. Cuenta aquel patricio, en su Reseña, que, habiendo invitado al baile de esa fecha a los tres oficiales del Numancia, mas no a los del Granaderos, su amigo don José Anlepara le llamó la atención sobre esa falta; y que, como Villamil se dis· culpara de la misma con no haberlos visitado a su llegada, Antepara Ob· servó: "Invítelos: aceptarán no obstante aquella omisión de pura etiqueta. Además, es de absoluta necesidad realizarlo: Cordero me ha dicho que nada podremos emprender, si no contamos con los oficiales de Granaderos, ya en– tendidos con los del Numancia; y, pues llegaron aquí como opresores, es indispensable que todos los patriotas de Guayaquil sepan que esos oficiales, al contrario son nuestros favorecedores".- Así se hizo. Invitados los perua– nos, concur~ieron y allí formalizaron el juramento por ellos cumplido, de "triunfar o sucumbir noblemente en la empresa": foil. cit., págs. 8 y 9. Doña Ana Garaicoa era hermana de la esposa del mártir de la rebelión ecuatoriana de 1813, cubano (habanero) don Francisco Calderón; y tia, por tanto, del joven héroe del Pichincha, Abdón Calderón.- Id. id., págs. 1 y 2.

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