Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL 49 transmitidas a Escobedo por el primer ayudante del Granaderos, José Vázquez, de haber, en la tarde de aquel día, efectuádose en la gobernación una junta de guerra, concluida la cual se había dado orden de inamovilidad a los cuerpos de la plaza; recomen– dado a los jefes redoblar la vigilancia; dispuesto que García del Barrio y sus granaderos evolucionasen, el mismo 8, a lo largo del malecón, con ostentación reiterada de su disciplina, armas e ins– trucción; y, en fin, mandado a l capitán de puerto, don Joaquín Villalba, pernoctar, desde esa fecha, en alguna de sus siete lan– chas cañoneras, atracadas a la ribera derecha del Guayas; esta– cionarse con ellas en la Puntilla, o sea al extremo sur de la isla de Santay (tres millas más abajo de Guayaquil); y allí, listo y en guardia, estar a la expectativa de lo que pasara ... Las nuevas anteriores reafirmaron a los conspiradores en la resolución acabada de adoptar; y ya no se pensó sino en aguar– dar el día posterior, y la hora que Escobedo señalase para pro– ceder (24). XVI Son, en efecto, las dos de la mañana del 9, cuando suena la señal convenida con los Granaderos, consistente en tres tiros de había motivos para no temer que el gobernador procediera por un simple denuncio, que con facilidad se podía desvirtuar". Añade que "el capitán Cor– dero lo combatió sin piedad", y que le dijo: "¿Cuál es el mérito que contrae– remos nosotros, con asociarnos a la revolución después del triunfo de los generales Bolívar y San Mar tín? ¡Ahora, que están comprometidos, o nunca! Un rol tan secundario de Ja independencia es indigno de nosotros. De Ja re– volución de esta importante provincia puede depender el éxito de ambos ge– nerales, en razón del efecto moral que producirá, aunque nada más pro– dujera. El ejército de Chile conocería que no viene a país enemigo, y que, en caso de algún contraste, t;ene un puerto a sotavento que podemos conver– tir en un Gibraltar. El general Bolívar nos mandará soldados acostumbrados a vencer; y de ahí le abriremos las puertas de Pasto, que le será muy difícil abrir atacando por el norte".- Y concluye: º'Tuve que ceder (como todos) a estas poderosas observaciones".- Reseña cit., págs. 11 y 12. (24) A las diez de la noche del 8, Escobedo, que, para los independien– tes "funcionaba ya como primer jefe del Granaderos", acudió en persona a casa ele uno de Jos principales conjurados (Villam il), e indicó que "todo estaría listo para las dos de la madrugada"; ordenó que "todas las partidas sueltas se reunieran en su cuartel, como centre de operaciones; y se despidió diciendo: ¡Adiós, hasta vernos triunfantes! ¿Tan cierto tiene Ud. el triunfo? le pregunta Villamil. No hay con quién pelear: ni una gota de sangre correrá". Reseña, pág. 13.
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