Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL 67 ningún modo militares; y acababa por hacer predominar siempre su dictamen; o por disponer, solo y por sí mismo, lo que debería ser producto de deliberaciones conjuntas, detenidas y atinadas. La división llegó a su colmo con las medidas crudelísimas to– madas por Escobedo contra los españoles residentes, extraídos brutalmente de sus domicilios; encerrados, sin esperanza de sali– da, a bordo de pontones inmundos y expulsados al Chocó; y cas– tigados -fuesen culpables o no- con confiscaciones de bienes; bie– nes cuyo producto, o se enteraba sólo parcialmente, o no entraban en manera alguna en el tesoro; y antes bien resultaban apropiacio– nes ilícitas que el jefe militar aplicaba luego a los derroches y es– cándalos de una vida disipada y licenciosa. Olmedo no pudo soportar mucho tiempo compañía tan des– dorosa, compromisora de su reputación y de su responsabilidad; y renunció irrevocablemente la jefatura política que se le había conferido tan sólo cinco días antes; no sin haber, con anticipación, convocado al ayuntamiento, para que proveyese lo conveniente en vista de la renuncia presentada (14 de octubre). Esa institución, movida por las juiciosas reflexiones de quie– nes aún miraban un peligro en prescindir, o una ventaja en apro– vechar del cpncurso cierto y decidido del elemento armado, acep– tó llanamente la renuncia de Olmedo; y constituyó una primera junta de gobierno por supuesto provisional; compuesta de un triun– virato, cuyas r esoluciones (para limitar y poner coto a los avances y extralimitaciones de Escobedo) deberían ser colectivas, esto es, tomadas a pluralidad absoluta de votos. Hízose a ese mismo Es– cobedo presidente; y escogióse para colegas suyos, a don Rafael Jimena, aquel teniente coronel retirado que, días antes como Ol– medo, había rehusado la jefatura del pronunciamiento, y al Dr. D. José Vicente Espantoso, abogado muy querido, muy notable, y h ermano del regidor de ese apellido, don José Antonio. Secre· tario con voto de la junta, designóse al Dr. D. Luis Fernando de Vivero, hombre selecto y popular, y aun literato distinguido, re– lacionado del ex gobernador don José Pascual. XXVI Llevóse buen chasco el ayuntamiento, cuando al organizar la junta provisional de gobierno de 14 de octubre, imaginó, con los dos colegas emplazados a diestra y siniestra de su presidente, y con las decisiones y acuerdos por mayoría de votantes y de votos, que habían de tener término los latrocinios, arbitrariedades y violen-
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