Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL 69 seguridad y lo expulsó en seguida, enviándolo, bajo buena guarda y custodia, a disposición de San Martín (56). XXVII Tal fue el tr istísimo desenlace de la actuación, que pudo ser tan brillante y tan gloriosa, con que primordialmente concurrió el loco Escobedo (así llamado desde la escuela) a la independiza– ción de Guayaquil. Olmedo hizo la remisión del preso, con una nota para el Libertador de Chile, pormenorizando todos sus extra– víos, en forma verdaderam ente cr uel; pero que hay que aceptar en sus afirmaciones, como cier tas e indudables, porque el presi– dente guayaquileño no era hombre capaz de estampar en docu– mento com o el aludido, nada que no estuviera bien esclarecido y que no pudiera estrictamente comprobarse (57). (56) García Camba, Memorias, l, 347 (57) He aquí la parte esencial del oficio de Olmedo a San Martín: "Este pueblo, después de haber proclamado su independencia, no ha gozado de sus frutos tan sin zozobra como permitían los hermosos principios de nues– tra santa insurrección. Las circunstancias del momento hicieron crear un gobierno sin las debidas formalidades. A mí se me encargó el gobierno políti– co; y el militar, al capitán don Gregorio Escobedo. Me vi precisado, a los seis días, a hacer dimisión de un empleo que yo no podía ejercer en beneficio de mi patria; pues el oficial Escobedo no correspondió a la confianza que se le hizo; y reuniendo toda la autoridad, hacía extrañar los días del anti– guo despotismo. Previendo yo estos males, hice convocar, desde el principo de mi gobierno, a todos los pueblos, para que, por medio de sus diputados, eligieran en esta ciudad el gobierno que más les conviniese.- Verificada la reunión en el tiempo señalado, formaron una junta de tres individuos, que rigiera la provincia; junta de la cual tengo el honor de ser presidente; y, deponiendo del mando al comandante Escobedo, nombraron a l coronel Juan de Araujo, para comandante general de esta provincia.- Desde este mo– mento, libre de la opresión, se manifestó la indignación general contra el anterior jefe, de un modo que comprometía la tranquilidad pública.- Las acusaciones hervían, y las reclamaciones, muy vivas, no nos dejaban un ins– tante para dedicarnos a la administración.- La principal acusación consis– tía en haber Escobcdo conspirado contra este país, preparando la fuerza armada para atacar a la representación de la provincia.- Justificósc este atentado, y confirmóse con el movimiento hostil que hicieron las fuerzas sutlies contra el edificio en que nos reuníamos. Descubriéronse otros planes por sus más íntimos amigos, que pospusieron su amistad al bien de este país.- Otra acusación, no menos grave, en mi concepto, era la de que, ha– biendo puesto presos, desde el primer día, a todos los europeos, sin distin– ción, y encerrándolos en un pontón estrecho, se echó sobre sus bienes, los cuales no entraron en los fondos públicos. Más de ochenta europeos fueron remitidos al Chocó, y sus propiedades ocupadas han desaparecido. De ma-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx