Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

80 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ IX Repetimos que el convenio anterior, ya no sólo era una es– ponsión fraternal de auxilio y alianza, sino que importaba la abso– luta sujeción de las armas guayaquilcñas al poder militar naciente del Perú; y algo más importante todavía: nuestro protectorado, erigido en forma clásica sobre la especie de república anseática instaurada a las riberas del Guayas. Es seguro que, si San Martín hubiera cumplido igual acto estrictamente, habríase evitado a sí mismo muchos disgustos, y economizado al Perú (con los daños y molestias que en la posterior centuria causáranos la cuestión de– nominada "colombiana" primero y "ecuatoriana" después) la pér– dida total e irrevocable de aquella rica y progresista zona del Pa– cífico. venia que está listo a firmar este gobierno. Me he tomado tiempo para con– sultarlo con Ud., y espero me dé francamente su opinión sobre él; mas esto debe ser sin perder un momento, porque no se extrañe la demora. Aseguro a Ud. que, después de /as conferencias de una semana, es lo más que ha po– dido lograrse.- Su amigo, Tomás Guido".- Guido consultaba aquel acto di– plomático suyo al general, porque así se Jo habla ordenado San Martín, quien (cuenta Luzuriaga), ''al darle sus últimas órdenes, le dijo que, entre sus ins– trucciones, el diputado (Guido) llevaba la de no concluir convenio alguno sin su acuerdo".- La opinión del colega consultado, expuesta con su gran sen– tido práctico, fue como sigue (el 22 de diciembre, en carta inmediatamente llevada de Babahoyo a Guayaquil por el Ayudante Araya) : "No está Guaya– quil para hacer tratado alguno con él, que es visto lo que trabajan y no ce– den, para sacar su solo partido, los del influjo actual. Firmar cualquier tra· tado con país que nada da, nada ofrece, y con nosotros no ha podido disimu· lar su desconfianza y egoísmo, es dar motivo de trabas para lo futuro. Si el general San Martín se halla en estado o necesidad de enviar una división, debe hacerlo para fijar libremente sus operaciones; en una palabra, para dar la ley, pues también tiene, exclusivamente, el poder marítimo; en cuyo caso, puede usar de los miramientos y generosidades que exija la política y segu· ridad de las armas dando y no pidiendo. Pensar formar ejército o división sobre tratados, con los recursos solos de Guayaquil y en su estado actual, es pensar que vuele un buey... Los 200 hombres que exigen de nosotros al instante se desmoralizarían entrando en los partidos y no harían más que awnentar los males de la milicia, y, con ellos, la discordia y odiosidad de Jos pueblos. La clase militar actual de Guayaquil. . . no cede el rango que se ha procurado, ni piensa más que en el modo de sostenerse, y entrará siempre en todo plan interior. Cada uno parece que tratara de sus privados intereses, y pienso que todos han creído conciliarlos bien en los tratados. Yo suspenderla firmarlos, y me reduciría a esperar".- Parece, según otras frases de esta carta de Luzuriaga, y la réplica de Guido, que éste llegó a solicitar un empréstito y a incluir su realización en una de las cláusulas del convenio

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