Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

LA CONTROVERSIA 81 El a rreglo en cuestión debe contemplarse como la prístina muestra de aquel desinterés por el derecho propio, de aquel res· peto al derecho ajeno, de aquel culto por Ja justicia, que en lo venidero habrían de constituir la característica de nuestra diplo– macia, tantas veces colocada en situación de obtener ventajas te– rritoriales definitivas, y otras tantas inclinada a renunciarlas, por un noble propósito de fraternidad internacional y un concepto in- 1antil de candoroso y desmañado americanismo. Dejábase a Guayaquil en libertad plena de optar por la anexión que más le conviniera, así fuese la caprichosa y violenta de Co– lombia, inexplicable desde 1803. El Perú, desde ese instante, em· brazaba su legendaria adarga de redentor de cautivos y misera bles, de paladín de las nobles causas, sin estatuir jamás recompen– sa o ventaja alguna en su beneficio. Las estipulaciones de nues· tro primer provechoso ajuste internacional quedaron m eramente escritas. Ni Guayaquil llegó a proporcionar Jos cuatrocientos hom· bres con que se comprometió a reforLar las huestes peruanas; r:i San Martín cumplió con enviar la tropa veterana por él ofreciJa. Pudo y debió desprenderse de ésta, como pudo, meses más tar<le, proyectado, sin obtener nada sobre ese punto.- De esos documentos resultan o tros dos hechos interesantes, que no hemos r elacionado en e l texto, por no haber podido obtener detalles sobre los mismos, a pesar de todos nuestros esfuerzos y no tener, por tanto, cómo probarlos plenamente. Esos hechos son: l• la completa modificación del pacto, por consecuencia de las ideas y obje– ciones de Luzuriaga; y 2• la preparación de un motín en Guayaquil, posible· mente contra la Junta Gubernativa; motín que Guido quiso prevenir y extir– par, sin duda alguna, con la amenaza del próximo envio de tropas del Perú. Respecto a lo primero, dice el negociador lo que sigue: "Me tomé el tiempo necesario para concertar mi opinión con la de Ud. antes de suscribir el convenio; y, supuesto que Ud. toca en a lgunos escollos y se inclina a que no se concluya, he adoptado el parecer de Ud. bajo el plan siguiente, que a mi ver todo lo concilia" (carta del 23).- Relativamente a lo segundo, refiere el propio Guido: "Hubo un período en que, o consentía en un tumulto militar, que estuvo en vísperas de realizarse, o me prestaba accesible al convenio: pesaba Jos males de uno y otro paso, y me era forzoso decidir.me por el último medio, como único que lo paralizaba todo".- Puede verse todo lo expuesto en las Memorias póstumas de Luzuriaga, oscuras e incompletas, publicadas en la Revista de Buenos Aires de 1865, t. VI, págs. 172 a 175.– Es claro que Luzuriaga se conformaría con las opiniones de Guido, cuando éste suscribió al fin el tantas veces mencionado arreglo del 30 de diciembre de 1820; y, por nuestra parte, creemos que el tumulto de que trata Guido tuvo por causa la noticia del desastre completo experimentado por Guaya– quil el 22 de noviembre (en Iluachi); el arribo lastimoso de los dispersos de esa jornada (!• de diciembre) y, por último, la otra aplastante noticia de la pérdida de Cuenca, comunicada por Olmedo a Luzuriaga en carta del 24.

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