Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

LJ\ CONTROVERSIA 83 y desvelos, precauciones y derroches, en sus restantes controver– sias territoriales. X Pero ocurrió que Guido se tornase a Huacho (5 de enero de 1821) con su estuche numismático para San Martín en una mano, y el pacto de protección y auxilios en la otra (6); pacto que ape– nas si quedaría para comprobante de su labor activa y de su in– tensa sagacidad de negociador. Aquella misión no daría más de sí. Sus éxitos perderíanse presto en el descuido y Ja somnolencia que caracterizaron todos Jos pasos del régimen. Luzuriaga hizo lo propio. Volvióse a su cuartel general (en unión de Guido), sin Ja satisfacción de ver culminados los preparativos que iniciara para la defensa. No obstante las solicitudes reiteradas del ayun– ta miento, y hasta de las señoras de Guayaquil, que suplicaron a l generalísimo argentino la continuación de Luzuriaga a Ja cabeza de las tropas, hubo también de regresarse a Huacho, por orden expresa de su superior, santamente temeroso de que la presencia del simpático coronel mayor limeño fuese atribuida a planes y propósitos de orden político; s iendo así que "por su carácter y sentimientos", el futuro Protector " sólo deseaba la independencia ele América, y que cada pueblo, en lo posible se d iese la forma de gobierno q ue más le conviniera" (7). Así abandonado el fructuoso campo, aduefiáronse de él, pron– ta y fácilmente, los agentes de Bolívar. El acendrado peruanismo de los miembros de la Junta guayaquileña, y del inmenso núcleo de opinión que los tres encabezaban, permaneció el mismo. Bien lo comprobó la serie de sus comunicaciones exigentes; la frecuen– cia con que repitieron sus manifestaciones de fundado temor; y la tenacidad que pusieron en sus demandas de apoyo, cada vez que los agentes de Colombia apretaban en su plan de anexión a aquella república, conforme a las instrucciones y órdenes de Bo– lívar. Ya, al desenvolverse es te capítulo, palparemos cuántas y cuán intensas fueron la devoción peruanista de Olmedo, la deci– sión de Roca, la lealtad de Jimena; asistiremos a la sucesión de (6) En la misma goleta Alcance que le había llevado a Guayaquil.- Des– trugc, carta cit. del 20 de marzo de 1918. (7) Todos, menos el Perú, pueblo al cual el Protector impúsose, sin siquiera reclamar o promover cualquiera farsa o apariencia de asentimiento popular en pro de su ascensión al poder.- V. Paz Soldán, op. cit., vol. l , págs. 79 y 80.

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