Homenaje a la victoria de Ayacucho

PARTE OFICIAL DE LA BATALLA DE AYACUCHO Ejército unido libertador del Perú, Cuartel ge– neral en Ayacucho a 11 de diciembre de 1824. Al Señor Ministro de la Guerra.- Señor Ministro: Las tres divisiones del ejército quedaron desde el 14 al 19 de noviembre situadas en Talavera, San Jerónimo y Andahuaylas, mientras los enemigos continuaban sus movimientos sobre nuestra dere– cha. Por la noche del 18, supe que el mayor nú– mero de los cuerpos enemigos se dirigía a Hua– manga, y dispuse que el ejército marchase para buscarlos. El 19, nuestras partidas se batieron en el puente de Pampas con un cuerpo enemigo, y el 20 al llegar a Uripa, se divisaron tropas españolas en las alturas de Bombón. Una compañía de Hú– sares de Colombia, y la primera de Rifles con el señor coronel Silva, se destinaron a reconocer es– tas fuerzas, que constando de tres compañías de cazadores, fueron desalojadas y obligadas a repa– sar el río de Pampas, donde se encontró a todo el ejército real, que había cortado perfecta y com– pletamente nuestras comunicaciones, situándose a la espalda. Siendo difícil pasar el río, e imposible forzar las posiciones enemigas, nuestro ejército quedó en Uripa, y los españoles en Concepción, estando a la vista. El 21, 22 y 23, el encuentro de las des– cubiertas nos fue siempre ventajoso. El 24 los enemigos levantaron su campo en marcha hacia Vilcas-Huamán, y nuestro ejército vino a situarse sobre las alturas de Bombón hasta el 30, que sa– biéndose que los enemigos venían por la noche a la derecha de Pampas por Uchubambas a flan– quear nuestras posiciones, me trasladé a la iz– quierda del río para cubrir nuestra retaguardia. Los españoles, al sentir este movimiento, repa– saron rápidamente a la izquierda del Pampas; pero nuestros cuerpos acababan de llegar a Matará en la mañana del 2, cuando el ejército español se avistó sobre las alturas. Aunque nuestra posición era mala, presentamos la batalla; pero, fue excusa– da por el enemigo, situándose en unas breñas no sólo inatacables sino inaccesibles. El 3, el enemigo hizo un movimiento indicando el combate, y se le presentó la batalla, pero dirigiéndose sobre las in– mensas alturas de la derecha, amenazaba tomar nuestra retaguardia. Antes había sido indiferente al ejército dejar al enemigo nuestra espalda; pero la posición de Matará, después de ser mala, care– cía de recursos, y era por tanto necesario seguir la retirada a Tambo Cangallo. Nuestra marcha se rompió muy oportunamente para salvar la difícil quebrada de Corpaguayco antes que llegase el cuerpo del ejército enemigo; mas este había ade– lantado desde muy de mañana y encubiertamente cinco batallones y cuatro escuadrones a oponerse en este paso impenetrable. Nuestra infantería de vanguardia con el señor general Córdova, y la del Centro con el señor general La Mar habían pasa– do la quebrada, cuando esta fuerza enemiga cayó bruscamente sobre los batallones Vargas, Vence– dor y Rifles, que cubrían la retaguardia con el se– ñor general Lara; pero los dos primeros pudieron cargarse a la derecha sirviéndose de sus armas pa– ra abrirse paso, y Rifles en una posición tan des– ventajosa tuvo que sufrir los fuegos de la artille– ría, y el choque de todas las fuerzas; mas, desple– gando la serenidad e intrepidez que ha distinguido siempre a este cuerpo, pudo salvarse. Nuestra ca– ballería bajo el señor general Miller pasó por Chonta protegida por los fu egos de Vargas, aun– que siempre muy molestada por la infantería ene– miga. Este desgraciado encuentro costó al ejército libertador más de 300 hombres, todo nuestro par– que que fue enteramente perdido, y una de nues– tras dos piezas de artillería; pero él es el que ha valido al Perú su libertad. El 4, los enemigos engreídos de su ventaja, des– tacaron cinco batallones y seis escuadrones por las alturas de la izquierda a descabezar la quebra– da, mostrando querer combatir; la barranca de la quebrada de Corpaguayco permitía una fuerte de– fensa; pero el ejército deseaba a cualquier riesgo aventurar la batalla. Abandonándoles la barranca me situé en medio de la gran llanura de Tambo Cangallo. Los españoles al subir la barranca, mar– charon velozmente a los cerros enormes de nues– tra derecha, evitando todo encuentro, y esta ope– ración fue un testimonio evidente de que ellos querían maniobrar, y no combatir; este sistema era el único que yo temía, porque los españoles se servían de él con ventaja, conociendo que el valor de sus tropas estaba en los pies, mientras el de las nuestras se hallaba en el corazón. Creí pues necesario obrar sobre esta persuasión, y en la noche del 4, marchó el ejército al pueblo de Guaychao, pasando la quebrada y cambiando así nuestra dirección. El 5, en la tarde se conti– nuó la marcha a Acos-Vinchos y los enemigos a Tambillo, hallándonos siempre a la vista. El 6, es– tuvimos en el pueblo de Quinua, y los españoles por una fuerte marcha a la izquierda, se coloca– ron a nuestra espalda en las formidables alturas 9

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