Ideología económica del Mercurio Peruano
104 JOSE IGNACIO LOPEZ SORIA valor hace referencia a la estimabilidad de que el sujeto rodea al obje– to y a sus propiedades por su carácter de bien para él. En la detección del bien actúa fundamentalmente la capacidad intelectiva, mientras que para llegar al valor se parte de la estimativa. En resumen podemos afirmar que los principios de los mercuristas re– lativos a la naturaleza y a sus recursos encuentran racionalidad en el naturalismo, en las relaciones vigentes entre naturaleza y arte, en el mer– cantilismo y en la reflexión resultante de la observación de la realidad. 2. Sobre el hombre Para que las notas que hemos considerado en VIII, 2.2 sean conce– bidas como cualidades humanas, es necesario partir de una determinada concepción del hombre. La laboriosidad, la riesgosidad calculada, la in– geniosidad, la ilustración y el esfuerzo y la sobriedad son notas tipifi– cantes de la ideología burguesa acerca del hombre, del humanismo diecio– chesco. Este humanismo incluía como defectos las actitudes contrarias a estas cualidades o virtudes y admitía como móvil fundamental del com– portamiento la posibilidad y seguridad de la ganancia. La inteligencia desempeña el rol de iluminadora de los caminos que el individuo elegía en libertad aleccionado por la experiencia. ¿Se inscribían nuestros mercuristas en la órbita de la moralidad bur– guesa que cambia el principio del bien sobrenatural por el del placer? Es evidente que la moralidad del siglo XVIII consagra las virtudes del buen burgués y las sacraliza hasta elevarlas al rango de cánones de com– portamiento. Los moralistas, que inconscientemente postulaban un tipo de conducta que favorecía los intereses de la burguesía surgente, habían ol– vidado el ordo valoris de la ética cristiana. En la concepción cristiana la moralidad tiene relación con la religiosidad sobrenatural. Partiendo del hecho histórico del pecado original y de las consecuencias que originara -entrada de la concupiscencia en el mundo o proclividad al pecado, al pecado en cuanto aversio a Deo y conversio ad creaturas, según la preci– sa definición agustiniana- la moral cristiana ponía el máximo bien ape– tecible en la salvación del hombre. La visión beatifica significa, por tan– to, la vuelta del hombre a su fuente originaria en cuya contemplación encontraba la culminación de la felicidad. Para llegar a ella -fruto en parte de la asimilación que el primer cristianismo hiciera del intelectua– lismo griego- era necesario frenar los impulsos naturales y obrar si-
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