Ideología económica del Mercurio Peruano

TDEOLOGIA ECONOMICA DEL MERCURIO PERUANO 105 guiendo la máxima contraria a la actitud de pecado, conversio ad Deum y aversio a creaturis. El desarrollo de la vida sobrenatural, exigía con frecuencia el sacrificio de aquellas tendencias naturales emanadas del ins– tinto que no se compadecían con la naturaleza racional del hombre. La ética burguesa, al entender la felicidad desde el bienestar terre– nal identificándola con la vida racionalmente ordenada, orienta la acción del hombre hacia la producción, adquisición, intercambio y consumo de los productos que traen como consecuencia el bienestar. La eticidad queda trascendida de utilidad, y, por tanto, se ensalzan como virtudes aquellas actitudes y cualidades que contribuyen a la felicidad tal y como era con– cebida por el grupo que escalaba hasta el primer nivel en el control de las estructuras. Se alababa la laboriosidad porque el hombre laborioso construye por el trabajo su felicidad y contribuye a la creación o explotación de ri– queza general. Para conseguir esa felicidad, dado el ordenamiento eco– nómico vigente, hay que ser calculadamente arriesgado, ingenioso, ilustra– do, esforzado y sobrio. La elevación de la sobriedad al rango de virtud moral significa un cambio con respecto a las actitudes. Es cierto que la sobriedad era una vieja virtud cristiana relacionada con la pobreza evan– gélica, pero aquí la sobriedad está emparentada con la tendencia al aho– rro y con la posibilidad de reinversión del beneficio obtenido en la ac– tividad económica. Ser sobrio significa, por tanto, oposición al despilfa– rro en boato y lujo que eran hasta entonces signos de pertenencia a los estamentos sociales más elevados. Al alabar la sobriedad, los mercuris– tas se identifican como herederos de la ética del buen burgués que ha– ce del ahorro un mecanismo para la reinversión e incremento del ca– pital. Si hasta aquí podemos afirmar que los Amantes del País se adhieren a los cánones de la moral burguesa, que hereda sin duda muchos ele– mentos de la moral tradicional, no podemos ignorar que por el contenido que atribuyen a la palabra humanidad, recogen ciertos rasgos de la ética cristiana. Para la filosofía ilustrada, tal y como lo atestiguan los mismos mer– curistas, la humanidad es una virtud natural que nada o poco tiene que ver con la caridad cristiana. Nuestros ideólogos, sin embargo, entien– den la humanidad en estrecha relación con la caridad evangélica. Aun cuando la práctica humanitaria tiende a solucionar las deficiencias del or– denamiento social vigente, estas prácticas sin caridad serían --en la men-

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