Ideología económica del Mercurio Peruano

60 JOSE IGNACIO LOPEZ SORIA sición de la providencia. La situación es, pues, fruto de fuerzas extra– humanas que el hombre no puede sino acatar. Si el estado de "agraciado" o de "desgraciado" obedece a instan– cias sobrehumanas, habrá que despertar en unos y en otros un tipo de ac– titud concorde con su situación. Será propio del "agraciado" la humani– dad o caridad y del "desgraciado" la resignación. Por la humanidad, sa– cralizada al identificarla con la caridad, el "agraciado" busca el bien de los "desgraciados" sin necesidad de subvertir el orden, aplicándose a aquel tipo de comportamiento que contribuye a mejorar la condición del "desgraciado" sin sacarle de su estado de "desgracia" o infortunio. Por otra parte, en la religiosidad el "desgraciado" encuentra un bálsamo en sus "desgracias" porque a través de ellas gana el reino de los cie– los. No debe, pues, preocuparse por salir de su estado de "desgracia" porque esta preocupación corresponde a los "agraciados" que consiguen el reino de los cielos atendiendo a las necesidades de sus semejantes si lo hacen por amor a Dios. La ideología tradicional trasciende, pues, todo el texto que comen– tamos que al encuadrarse en ella adquiere plena racionalidad y coherencia. Un resquicio de modernidad se advierte en el último principio de evidente sabor pragmático. La filosofía y la historía se ven en función del servicio que puedan prestar a la mejor comprensión y dirección de la realidad social. Por eso Hesperióphylo escribe, como quería Quesnay, no sólo para que los curiosos puedan satisfacer su curiosidad sino para que los políticos acierten en la dirección de la cosa pública teniendo en cuenta la realidad a la que tratan de dirigir. Decimos que aquí se en– treve una nota de modernidad que se escapa al marco conceptual del pensamiento tradicional porque sabemos que la filosofía política después de Maquiavelo, Locke y Montesquieu se ocupa menos de los principios en cuya aplicación consiste el ideal de la praxis política que del aná– lisis de lo real para saber a qué atenerse. La norma de acción políti– ca no es ya un principio metafísico sino la reflexión emanada del análi– sis comparativo de la realidad. De esta manera nuestro autor hereda la corriente utilitarista y pragmática relacionada íntimamente con la ideolo– gía liberal. No puede afirmarse con verdad que el postulado de igualdad acer– que a Rossi y Rubí a la ideología liberal. La igualdad exigida por Rou– sseau emana de la naturaleza. "El hombre -dice el filósofo de Gine– bra- ha nacido libre y sin embargo, vive en todas partes entre cade-

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