Ideología económica del Mercurio Peruano

72 JOSE IGNACIO LOPEZ SORIA Dificil se hace buscar la fundamentación de unos principios en los que se intermezclan esquemas valorativos diversos. Al poner en la Provi– dencia la causa primera de la reunión de los hombres en la sociedad, el autor trata de legitimar la estructura social existente acudiendo, para ello, al mundo de valores en vigencia. No se pretende justificar la reunión en sociedad en cuanto tal sino aquel tipo de sociedad que usa la mone– da como factor de intercambio y cuya estructura está regulada por leyes. Si Millan de Aguirre, abogado de la Real Audiencia y cura parroco de Olleros, que responde al seudónimo de Sofronio, puede referirse desde las páginas del Mercurio a la teoría providencialista para explicar el ori– gen de la sociedad y legitimar la estructura social de su época, es por– que esta teoría y el conjunto de categorías de que se compone, era una vigencia epoca!. De otra manera los mercuristas, que eran muy celosos de su Mercurio Peruano, no habrían dado a luz el artículo. Conviene, sin embargo, caer en la cuenta de las düerencias entre este providencialismo y el originario, para advertir las herencias tradicionales en la ideología co– lonial y el cambio que sufren en el proceso histórico. Entendemos por providencialismo aquella teoría que atribuye a Dios la dirección del proceso histórico. Se relaciona este problema con las discu– siones "de auxiliis" que trataban de armonizar la Omnipotencia Divina y la voluntad libre del hombre. El primer providencialismo estuvo funda– mentalmente orientado a la justificación de la inserción del Reino de Dios, en las estructuras seculares. Se refería, por tanto, a la dirección por Dios del proceso histórico en orden a preparar la venida del Mesías y a ha– cer prosperar la semilla plantada por éste entre los pescadores galileos. En este sentido, el providencialismo, que no era ciertamente ajeno al me– sianismo judáico primitivo, atendía al fermento de vida depositado por Dios en la historia. Este fermento, el reino de la gracia, el reino de Cristo, operaba como transformador de los hombres -metanoia o cambio de men– te- en un lento proceso dirigido por los insondables designios de la Pro– videncia. Era, en terminología agustiniana, la ciudad de Dios que se a– bría paso en la ciudad de los hombres. Pero cuando, por obra del Edicto de Milán, la ciudad de Dios co– mienza a identüicarse con la ciudad de los hombres, cuando por obra del intelectualismo griego inserto en la raíz medular de la filosofía patrísti– ca dejan de ser insondables los designios de Dios y pasan a creer ser conocidos por los hombres, se tergiversa el profundo mensaje bíblico y el providencialismo se pone al servicio de los hombres reunidos en socieda-

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