Ideólogos de la emancipación peruana

114 MARIA LUISA RIVARA DE TUESTA En Cádiz, única ciudad que no han logrado tomar los franceses, se nombra una Regencía que gobernaría a nombre de Fernando VII. La Re– gencia convoca a Cortes en 1810 y llama a los representantes de las di– versas provincias americanas y españolas. Este llamado de representación de las provincias es cumplido por los peruanos, que envían a sus r epresentantes. Destaca entre ellos Vicente Morales Duárez por sus intervenciones en las sesiones y sus brillantes discursos. El ambiente liberal y la doctrina de la autodeterminación de los pue– blos significan para los peruanos el mejor medio de entrenamiento en la lucha política. A esta etapa liberal corresponden los planes y programas de refor– ma. Un aliento reformista los anima en todos los órdenes: la política, el derecho, la institución religiosa, la sociedad, la economía, todo se ve exa– minado, criticado y planeado para el cambio. La razón actúa en este jui– cio a la historia y a la cultura, que decide un cambio radical y total en to– das las esferas. La Constitución Liberal de 1812 decretada por las Cortes de Cadiz, sería el órgano jurídico que permitiría afianzar la igualdad de los ameri– canos y españoles, y el establecimiento de una monarquía moderada. Bajo el amparo de las Cortes, entre 1810 y 1814, viven los peruanos un ambiente liberal que aviva aún más sus ingenios y les permite expre– sar libremente sus pensamientos y críticas. Es una etapa de franco opti– mismo en la que los partidarios de la razón y la justicia parecen haber triunfado en su tesis no separatista. La vuelta de Fernando VII al trono de España echó por tierra este optimismo. La reacción absolutista del monarca y las medidas tomadas contra las colonias habrán de determinar los nuevos acontecimientos. Todavía José Baquíjano y Carrillo y Manuel Lorenzo de Vidaurre confían en que es posible convencer al monarca por la vía racional y escriben in– formes justificatorios de la conducta seguida por las colonias americanas, sugiriendo los medios de conciliación, lo que es testimonio de la solidez de sus ideas pacifistas. La línea política que se ha propuesto el monarca no se modifica fun– damentalmente y se hace necesario entonces el afianzamiento de la co-

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