Ideólogos de la emancipación peruana

LOS JDEOLOGOS DE LA EMANCIPACION PERUANA 55 pas a la América ha decretado una guerra que respira barbarie. "Y entre tanto agravio, violencia y rigor ¿qué hacen los cabezas y gefes de los di– sidentes? clamar y con esfuerzo de que se les oiga, y trate sobre los me– dios de reunión y tranquilidad" 30 • Se cierra con Baquíjano y Carrillo el ciclo de reformas y se inicia la etapa de las exigencias separatistas. La primigenia línea separatista de Viscardo se encuentra ahora más fortificada que nunca debido a que el gobierno español acentúa los métodos y sistema de sumisión tradicional. José de l'a Riva Agüero en "Las 28 causas de la revolución de Amé– rica" explica en forma muy similar a Baquiíjano, la obediencia y las bue– nas intenciones de los americanos frente a la invasión napoleónica y la anarquía política que vivió España durante esos años. "Unos habitantes que conocían sus fuerzas y el tiempo oportuno de emplearlas, dotados de un talento vivo y perspicaz, que á pesar de las tra– bas para su ilustración, estaban suficientemente instruidos de sus dere– chos; que habian leido á los mejores defensores del genero humano, ha– blamos de los amantes a la justicia, y al órden; y que en fin tenian presen– te la decisión del insigne autor del espíritu de las leyes, quando dice : 'Las Indias y la España son dos potencias baxo un mismo dueño; pero las In– dias son lo principal, la España no es sino lo accesorio ( ... )'. Unos habi– tantes que olvidados de si mismos solamente trataron de hacer causa co– mun con la España, al propio tiempo que en correspondencia no recibian sino ultrajes eran pues dignos de otro trato, y de que en esa ocasión tan favorable se procurase cicatrizar la llaga que tres siglos de ignorancia y de tiranía habia formado en el cuerpo de la nacion; pero no sucedió asi, sino que los intereses privados prevalecieron contra los intereses genera– les. El germen antiguo de discordia se incrementó hasta el punto en que desgraciadamente lo vemos ( ... ), el gobierno español estableció con la América una asociación leonina para deborarla. En vano reclamaba esta; no hay que esperar justicia en donde la influencia de los intereses priva– dos está superior y en oposición con los intereses públicos. De este prin– cipio dimanan las causas que siguen, y son tan poderosas que jamas el ri– gor, los castigos, las amenazas, ni las promesas, podrán apaciguar el fue– go sagrado del amor á la patria y el incremento de una revolución, en la 30. Art. Cit. p. 193.

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