Ideólogos de la emancipación peruana
62 MARIA LUISA RIVARA DE TUESTA tanto referirnos a su definición del Derecho Natural: 'El Derecho Natural es el conjunto de las leyes que Dios ha promulgado al género humano por medio de la recta razón. Si se le quiere considerar en tanto que ciencia, la jurisprudencia natural será la manera práctica de conocer la voluntad del legislador supremo, tal como se expresa por la recta razón, y de apli– carla a todos los casos especiales que puedan presentarse'. Tuvieron nuestros ideólogos un buen maestro en Heinecio y aplica– ron la recta razón al estado jurídico del virreinato peruano. De Heinecio pasarían a la lectura de la enciclopedia, Montesquieu, el abate Fleury, Vattel, Becaria, Rousseau y otros que les sirvieron para fundamentar sus teorías y criticar el cuadro jurídico colonial. Veremos pues cómo estas influencias de la ilustración se manifiestan en nuestros pensadores y cómo actúan en el proceso ideológico jurídico, que conduce a la emancipación. Cuando Baquíjano y Carrillo, en su Elogio a Jáuregui habla del Dere– cho lo incerta dentro del cuadro de renacimiento, animación y conmoción del siglo ilustrado en los siguientes términos: "El filósofo ( . . . ) medita sobre ese puro espíritu que en el juzga, combina, y reflexiona : que siem– pre inconstante, siempre incierto, asegura, retracta, quiere, rehusa, y cie– go en su elección, fluctúa entre estos vagos pensamientos: los regla y ra– tifica esclareciendo esa ley primitiva que sostiene sin corrupción su poder contra los repetidos atentados de las pasiones: las sujeta y enfrenta ate– rrándolas con las tristes sombras, los espectros sangrientos, las furias infernales prontas a vengar los sagrados derechos de la razón ultraja– da ( .. . ) el jurisconsulto no espera a que la lenta experiencia concilie el crédito y honor a sus decisiones: no se iguala a esas parleras aves en cu– yos cerebros se imprimen las voces y los términos por el largo uso, y la antigua habitud, la viuda desolada, el huérfano afligido, no teme que pe– rezca su interés e inocencia por no encontrar la mano instruida y diestra que desenrede el laberinto del fraude, la confusion de la malicia, y las sutilezas del delito ( ... ) Atiende a las diversas costumbres de los reinos a los distintos reglamentos de las provincias, y hace que este tesoro tribu– te, se rinda y venere a las respetables ordenanzas de la Patria. Navega en el inmenso mar de los cánones, fija los limites inmutables que separa el cielo de la tierra, la Iglesia del Estado, el Sacerdocio del Imperio, y la
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