Ideólogos de la emancipación peruana
LOS IDEOLOGOS DE LA EMANCIPACION PERUANA 85 hados en las empresas del comercio, veían cada día a los europeos suce– derse en los honores y en las riquezas, por cuya adquisición habían derra– mado sus padres tanto sudor y tanta sangre, sin que la conspicua nobleza de que muchos podían jactarse con razón, los eximiese del insultante des– precio de los europeos. Todas las otras clases mestizas se unían perfectamente, y aun supe– raban a los criollos en esta antipatía contra los españoles europeos. El imperio español habría estado comprometido mil veces si los criollos no hubieran creído contraer una mancha indeleble en su honor si faltaban en su fidelidad al soberano, por lo que han frenado con autoridad, y también con la fuerza, los ímpetus de los mestizos, mulatos libres, etc. Estos han conservado siempre tal respeto y amor hacia los criollos, que en cual– quiera ocasión a una sola señal se habrían sacrüicado por ellos. Sería muy largo citar ejemplos y aducir razones. Estas clases se consideran ramüi– caciones de los criollos, hacen alarde de ello y se creen unidos en su suer– te. Los criollos y las clases mestizas igualan aproximadamente en el Pe– rú el número de los indios; pero los primeros, más ilustrados, más robus– tos, más valientes y menos vejados que estos últimos, conservan tal as– cendiente sobre ellos, que habría sido imposible que se levantaran de la depresión en que yacían. Respecto de los indios, es necesario observar que su odio era princi– palmente dirigido contra los españoles europeos, los cuales tenían el po– der de vejarlos. Por eso, ellos eran llamados por los indios con el nom– bre de "Auca", "Guampo", o sea, enemigo, extranjero ( ... ). Los criollos, lejos de ser aborrecidos, eran respetados, y aún amados por muchos; los indios los llamaban viracocha, nombre de uno de sus in– cas. Nacidos en medio de los indios, amamantados por sus mujeres, ha– blando su lengua, habituados a sus costumbres, naturalizados al suelo por la residencia de dos siglos y medio, llegados a ser casi un mismo pueblo, los criollos, repito, tenían sobre los indios una influencia benéfica. Maes– tros de los indios en religión, los párrocos y sacerdotes, en su mayor par– te criollos, estaban siempre en oposición con los gobernadores para prote– ger a los indios; las casas de los criollos eran un asilo seguro para aque– llos que, admitidos a la servidumbre doméstica, encontraban un destino suave y muchas veces afortunado. Finalmente, debe observarse bien que los criollos, no siendo ya aquellos audaces conquistadores que sacrüica– ron todo a la sed del oro, ni aquellos que sucesivamente han sido llevados
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