Junín y Ayacucho
en la abrupta topografía de la Sierra, dio pronto sus frutos. Tanto las tropas peruanas acantonadas primero en Trujillo y Cajamarca, como las colom– bianas de Huaylas y Huánuco, obtuvieron altos niveles de preparación. Antonio José de Sucre fue nombrado General en Jefe del Ejército Unido LibertaQor. Los Gene– rales Jacinto Lara y José de La Mar recibieron mando directo de tropas. "Hay mucho espíritu en nuestro ejército y el material y personal es exce– lente", asegura Bolívar a Heres desde Otuzco (15.4.1824) . Según cálculos del propio Bolívar, el Ejército Unido constaba de cerca de 7,000 sol– dados colombianos (neogranadinos, venezolanos, ecuatorianos) y tres mil peruanos. Además de las tropas regulares hay que destacar la colaboración de ágiles y movedizas partidas de guerrillas, que prestaron en la Sierra un decidido auxilio al ejér– cito. El ejército realista mantenía sus efectivos en las provincias meridionales de la Sierra. Las tropas del Rey presentaban un estado excelente. Bolívar lo reconoce en carta a Santander: "Los soldados de los godos andan quince o veinte leguas en un General José de la Mar Jefe de la División Peruana del Ejército Unido Libertador día, y su alimento lo llevan en un saquito de coca y en otro de cebada, o maíz cocido o tostado. Con esto, marchan semanas y semanas, sus jefes y oficiales no duermen por estar cuidando de la tro– pa. Se lo diré a usted de una vez, no hay amigo ni enemigo que no cuente maravillas de este ejér– cito español, y a fuerza de repetírmelo lo voy creyendo. Hace doce años que mantienen la gue– rra y hace doce años que son victoriosos con muy ligeras desgracias" (10.2.1824). El número se es– timaba en 10,000 hombres. Sus jefes se distin– guían por su buena preparación militar, y sus nombres se pronunciaban con respeto -y a veces con terror- : La Serna, Canterac, Valdés, Monet, Carratalá, Olañeta, Maroto, González Villalobos, Ferraz, García Camba, Rodil. .. Un ejército bien constituido, disciplinado, con jefes fogueados en muchos combates. Hacia la primera gran victoria A fines de junio de 1824 empieza a desplazarse el Ejército Unido en dirección a Cerro de Paseo, para seguir luego hacia Jauja. Bolívar se traslada a Huánuco, dejando Huaraz, que le había servido de cuartel general. La división Córdoba marcha por Cajatambo; la división La Mar, por Chavín de Huantar; la división Lara, por Huánuco. Protegían la vanguardia las guerrillas al mando del General Guillermo Miller, a quien secundan Galindo, Correa, Ninavilca, Guzmán, Deza, Estomba. Miller nos describe el curioso atuendo de los montone– ros: "Unos estaban montados en mulas, otros en caballos; algunos llevaban gorros de piel de oso; otros, cascos; otros, morriones y muchos tenían sombreros gachos de lana de vicuña. Sus trajes no eran menos variados; chaquetas de húsar, corazas de infantería y pellizas encarnadas, quitadas a los realistas muertos, estaban entremezcladas con los uniformes patriotas. A estos deben añadirse pan– talones de mameluco, otros ajustados con cam– pana y cuchilla; corridas de piel, calzones cortos, sandalias y sin zapatos, pero todos estaban unifor– mados en una prenda: cada individuo tenía un poncho que llevaba en la forma usual, o liado al– rededor de la cintura en forma de faja o colgado fantásticamente del hombro; tampoco había nin– guno que dejase de llevar un lazo. Sus armas te– nían la misma diversidad: fusiles, carabinas, pis– tolas, espadas, bayonetas, sables, grandes cuchillos y lanzas o picos, eran las armas con que el azar había armado ya a unos, ya a otros de ellos, pero todos las manejaban en el combate con terrible éxito". Treinta días de penosa marcha emplea el Ejér– cito Unido en llegar al punto de reunión. Tuvie- 5
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