La campaña de Junín y Ayacucho

CAMPAÑAS DE JUNÍN Y AYACUCHO 1824 129 BOLIVAR ES INVESTIDO DEL PODER DICTATORIAL El Libertador que se encontraba en Pativilca de regreso del Norte, tan pronto como fue informado de los sucesos del 5, resol– vió hacer desocupar la Capital, estimando que perdido el Callao, Lima no tenía por el momento ningún valor militar. Ordenó, al efecto, que el general Martínez marchara con todas las tropas de la guarnición a Pativilca, debiendo antes retirar de Lima todo cuanto pudíera ser necesario al ejército patriota, así como des– truir aquello que fuere de utilidad para el enemigo. Conjuntamen– te disponía que la escuadra se dirigiese al Norte llevando consigo todos los buques que se encontrasen en la bahía del Callao y capa– ces de ser armados por los españoles. Las órdenes que daba a Martínez eran terminantes, y para ase– gurar sus cumplimiento lo investía con facultades ilimitadas. (91). El Libertador, como se ve, prescindía en absoluto del Presi– dente Torre Tagle. Pero no había hecho más que adelantarse a los acontecimientos, pues el Congreso en vista de la crítica situación por la que el país atravesaba y no creyendo suficientemente amplia la autoridad con que invistió a Bolívar a su llegada al Perú, le confe– ría el 10 de febrero el poder dictatorial, declarando que quedaba en suspenso el ejercicio de la Presidencia de la República y ponién– dose el mismo Congreso en receso hasta que el Libertador tuviera a bien convocarlo. Cabe decir que esta actitud del Cuerpo Legislativo no aumen– taba virtualmente las facultades de mando de Bolívar, que las te– nía en forma dictatorial desde setiembre de 1823 ; pero, hacía des– aparecer dos entidades que en una u otra forma tenían interven– ción en el manejo de los asuntos políticos: Torre Tagle obligado a hacer cumplir las decisiones tomadas por el Libertador, pero que– riendo conservar su carácter de Presidente, no era ciego ejecutor y pretendía hacer sentir, por lo menos en apariencia, la interven– ción de su autoridad; el Congreso que podía en cualquier momento dictar resoluciones, aunque en el fondo serían con anuencia de Bo– lívar. (91) Bolívar tuvo que modificar este nombramiento designando a Gamarra en reemplazo de Martínez, en razón de la protesta unánime que se produjo en el vecindario, y de la que participó el Congreso, al conocerse esa designación.

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