La campaña de Junín y Ayacucho

132 GRAL. EP FELIPE DE LA BARRA tiempo por el mismo Necochea, la hizo conocer a Berindoaga y am– bos se ocultaron en la ciudad hasta que se presentaron a las autori– dades realistas, en vista de un bando que conminaba en este senti– do a todos los que habían servido con los patriotas. Torre Tagle pretendió asumir una actitud gallarda en esta cii-– cunstancia, pues dirigió una nota al general Monet manifestándole que si la autoridades españolas estaban dispuestas a reconocer la independencia del Perú, él las secundaría, pero que en caso con– trario pedía que se le reputase como prisionero de guerra, así co– mo al general Berindoaga. Desde luego tal proposición era irriso– ria en estos momentos y ni siquiera mereció una contestación de Monet. Por fin Torre 'I'agle tomó partido con los realistas tal co– mo lo confirma su proclama escrita en los Castillos del Callao en la que invita a los peruanos a seguir su ejemplo. ( 95) Y esta invitación, desgraciadamente, no cayó en el vacío: el 16 de marzo el escuadrón Lanceros de la Guardia y una fracción del Lanceros del Perú se sublevaron en Supe con el comandante Na– vajas y marcharon a Lima a engrosar las filas realistas. En conclusión, el deficiente estado material y moral de las tro– pas, la anarquía política, el desorden en la administración y las ri– validades entre los mismos auxiliares, dan lugar a que se produzca el grave suceso de la sublevación del Callao, que después culmina en la forma que se ha visto. El Libertador se encuentra, pues, ante una situación que pare– ce perdida, pero su estupenda actividad, su energía indomable, en una palabra su genio puesto al servicio de la emancipación de Amé– rica, sabrían pronto dominarla y despertar en todo el país la fe y confianza de donde iba a surgir la victoria. LA SITUACION EN EL PARTIDO REALISTA La campaña victoriosa del Desaguadero había asegurado nue– vamente al Virrey la posesión de todo el Alto Perú y el territorio Sur del Bajo Perú, que fueran ocupados momentánamente por los patriotas. El partido realista se encuentra, pues, libre de toda preocupa– ción inmediata, pudiendo dedicarse tranquilamente, en todos los (95) Véase: Manifiesto de Torre Tagle, Odriozola, ob. cit. tom. 6Q.

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