La campaña de Junín y Ayacucho

CAMPAÑAS DE JUNÍN Y AYACUCHO 1824 147 cuenta el elevado espíritu de las tropas, que las hacía sobreponer– se a todas las penurias de la marcha y consecuentes privaciones. (107) Los montoneros, cuyo mando asumió Miller a mediados de ju– lio en Cerro de Paseo, permanecieron en esa región durante el pe– ríodo de las marchas y avanzaron hasta el pueblo de Reyes, des– pués Junín, de donde Miller hacía irradiar partidas encargadas, bien de reconocer la dirección de Tarma o de Jauja por uno y otro lado del Mantaro, bien de realizar pequeños golpes de mano contra las avanzadas realistas situadas en las inmediaciones de Tarma. Estos montoneros mantenían en perpetua alarma al enemigo, obs– taculizaban sus informaciones y formaban delante del frente pa– triota una cortina; por último, previnieron con oportunidad sobre la marcha de Canterac. Su papel fue el de una verdadera caballe– ría de exploración que, manteniendo al comando constantemente informado, le daba libertad de acción y garantizaba al ejército su seguridad estratégica. ORDEN DE BATALLA DEL EJERCITO PATRIOTA El 2 de agosto de 1824 Bolívar revistó al ejército en la llanu– ra del Sacramento y le dirigió una vibrante proclama que debía exaltar más el espíritu guerrero y el ideal de emancipación que ha– bía sabido inculcar a sus tropas. El efectivo del ejército ascendía a poco más de 10 mil hom– bres, de los cuales 3,500 peruanos. La caballería llegaba a cerca 007) Interesa reproducir lo que al respecto dice el General Miller en el tomo 2~ de sus Memorias: "Las divisiones del Ejército Libertador atrave– saron la cordillera generalmente a la distancia de un día de marcha una de otra; pero la caballería y aún muchos de los batallones se separaron fre– cuentemente de la línea de marcha. Las sendas pendientes y resbaladízas que bajan rápidamente de los peñascos, únicos puntos donde puede ponerse el pie en los parajes escabrosos de los Andes, son tan estrechas que hacen el paso sumamente trabajoso y no permiten ir sino a la desfilada. La única fila en que las tropas marchaban se extendía algunas veces infinito, por los ma– los pasos formados por quebradas profundas o hundímientos en las sendas, por rocas salientes o por frecuentes cascadas, los cuales requieren gran cui– dado y mucho tiempo para pasarlos y evitar algunas desgracias. Estos obs– táculos eran para la caballería aún mucho mayores; puesto que cada solda– do, además de la mula que montaba, llevaba un caballo de mano para mon– tarlo únicamente a la vista del enemigo" ...

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