La campaña de Junín y Ayacucho

CAMPAÑAS DE J.UNÍN Y AYACUCHO 1824 151 Alto Perú; y, en todo caso, llevar a cabo por lo menos una ofensi– va de diversión con parte de las fuerzas del Ejército del Norte, ofensiva que perturbaría grandemente la organización y preparati– vos de los patriotas. Pero Canterac no era del mismo parecer, pues quería iniciar la campaña cuando sus efectivos estuviesen reforza– dos por lo menos con las tropas de Valdez. El Virrey, muy aleja– do del teatro de operaciones del Norte para poder apreciar de por sí la situación, al enterarse de las opiniones encontradas que exis– tían en el ejército de Canterac, ordenó que una Junta de Guerra, presidida por éste, estudiase la mejor solución y se la hiciera co– nocer. El acuerdo de la Junta estuvo en armonía con la opinión de Canterac y el expediente, en que constaban las diversas discusio– nes del caso, fue remitido al Virrey el cual a su vez lo envió para estudio al general Valdez, a la sazón en el Alto Perú. Pero, como las ideas de Valdez al respecto fueran análogas a las de Camba, el Virrey dispuso que el Ejército del Norte procediese a iniciar las operaciones; sin embargo, Canterac se obstinó en sostener su opi– nión y continuó inactivo en sus acantonamientos. Durante este tiempo los patrmtas habían hecho progresos con– siderables en lo que se refiere a organización y aumento de efecti– vos y poco de ello se sabía en el campo realista, por la cortina de montoneras que mantenian ante sí los patriotas. Canterac sufrió, pues, una verdadera sorpresa cuando tuvo conocimiento, por algu– nos desertores llegados a Tarma, de que el ejército independiente, con Bolívar a la cabeza, se estaba reuniendo en la región del Cerro de Paseo. En el Cuartel General de Canterac surgió inmediatamente la idea de enviar un reconocimiento en esa dirección, a fin de com– probar la veracidad de tan importante noticia; pero el Comandan– te del Ejército del Norte fue de parecer de marchar con todo el ejército al encuentro del enemigo, lo que efectivamente realizó a partir del 1? de agosto de 1824. Los sucesos del Alto Perú, la errónea apreciación de la condi– ción en que se hallaban las fuerzas patriotas, y la diferencia de pareceres entre los altos jefes realistas, no habían permitido tra– zar un plan para la campaña de 1824. Todo se redujo, como se ve, a la decisión, desde luego tardía, que toma Canterac de salir al en– cuentro del Ejército Patriota.

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