La campaña de Junín y Ayacucho
CAMPAÑAS DE JUNÍN Y AYACUCHO 1824 155 OFENSIVA SIMULTANEA DE BOLIVAR Y CANTERAC En armonía con la decisión tomada por Canterac de salir al en– cuentro de los patriotas, el 1? de agosto de 1824 partió de Jauja a la cabeza de su ejército por el camino de la margen oriental del Mantaro y el lago de Junín. El día 2 acampó en Tarmatambo, el 3 en Tilarnioc, el 4 en Junín y el 5 en Carhuamayo. Los almacenes, hospitales y bagajes que no eran indispensables habían quedado en Jauja, lugar que marcaba siempre el punto central de la base de operaciones del Ejército realista del Norte. De Carhuamayo, Canterac se adelantó con la caballería para practicar un reconocimiento en la dirección del Cerro de Paseo. El resto del ejército, bajo las órdenes del general Maroto, que era el divisionario más antiguo, debía permanecer en aquel lugar hasta esperar los resultados del reconocimiento. El Comandante en Jefe realista alcanzó Paseo en la tarde del mismo día 5 y se encontró allí con la nueva de que los patriotas no sólo habían llegado al Cerro sino que ya habían dejado este lugar y que se halaban en marcha hacia el Sur por el camino de la mar– gen occidental. Canterac sufre, de esta suerte, una absoluta sor– presa estratégica por falta de informaciones. Ya que el general realista no quiso hacer reconocer a tiempo la región del Cerro de Paseo pudo, indudablemente, hacer explorar, al mismo tiempo que marchaba por la margen occidental, los caminos de la banda occi– dental, como lo dice el general García Camba en sus memorias, con lo que cubría el flanco izquierdo de su ejército y su línea de comunicaciones a Jauja, y esto, con tanta mayor razón cuanto que sabía de antemano que los dos caminos que conducen a Paseó se hallaban invadidos por los montoneros patriotas. De su nume– rosa y buena caballería, bien pudo distraer una parte para cumplir esa misión de exploración. Ante la inesperada situación en que se encuentra, Canterac no halla más recurso que dar media vuelta para reunirse al grueso de sus tropas, que durante este tiempo habían permanecido tran– quilamente en Carhuamayo sin sospechar siquiera las cuitas de su general, ni el peligro que les amenazaba. Una vez que Canterac reingresó a Carhuamayo, en la noche del mismo 5, tomó todo género de precauciones para pasar la noche, alistando al mismo tiempo sus fuerzas para partir con las prime– ras luces del día hacia Jauja, deshaciendo el camino andado. En
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