La campaña de Junín y Ayacucho
8 GRAL. EP FELIPE DE LA BARRA SITUACION FINANCIERA No era ésta mejor que la situación política. Cuando la Junta asumió el poder tenía que resolver, junto con el problema militar, el problema financiero sin el cual no había guerra posible. Las principales entradas fiscales eran las provenientes de los derechos de importación y las que se obtenían por la venta de al– gunos artículos estancados; pero todas eran insuficientes para cubrir regularmente los gastos que demandaba el sostenimiento del ejército. Cuando llegó el momento en que debían salir las tropas al Sur, el gobierno no disponía absolutamente de fondos ni de ninguna fuente para procurarse recursos extraordinarios. El Congreso lo autorizó entonces para imponer al comercio de la capital una con– tribución forzosa de 400 mil pesos, cosa a la que los comerciantes se negaron terminantemente, al extremo de producirse un conflic– to con los de nacionalidad inglesa. La contribución tuvo que cam– biarse en empréstito, de carácter forzoso se entiende, y aun así apenas si se pudo obtener 40 mil pesos ya después de salidas las tropas. En cambio, los diputados, empleados públicos y gran nú– mero de particulares, dieron muestras de patriótico desprendi– miento, haciendo donaciones voluntarias hasta reunir cerca de 80 mil pesos. Impotente el Congreso para resolver por sí mismo la estre– chez financiera, optó por autorizar ampliamente a la Junta para arbitrarse fondos. Esta propuso entonces que se negociara un em– préstito en Londres en las mismas condiciones que lo había hecho Chile, pero como la ejecución de tal medida requería tiempo, pro– puso emitir papel moneda hasta por la suma de 101,144 pesos, con lo que el circulante total de papel llegaría a 500 mil pesos (6) ; fi– nalmente propuso y obtuvo autorización para contratar un em– préstito interno por medio millón de pesos con la hipoteca de bie– nes nacionales. Pero todas estas medidas, realizadas sólo en parte, apenas si eran un paliativo para la satisfacción de los innumerables gastos que imponía la guerra. Se adeudaban fuertes sumas por concepto de sueldos y su– ministros al ejército y la marina, lo que como es natural se tradu- (6) Paz Soldán. Hist. Perú Indep. tom. l. pág. 46.
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