La campaña libertadora de Junín y Ayacucho

LA CAMPA1'!A LIBERTADORA DE JUNIN Y AYACUCHO 21 4,000 en el Alto Perú, al mando de Olañeta, con las guarnicio– nes de Santa Cruz de la Sierra y Charcas. 3,000 en Puno y Arcquipa, que constituían el Ejército del Sur, a órdenes de Valdés . 8,000 en el Ejército del Norte, establecido en Jauja, al mando del general Canterac. 1,000 en la guarnición del Cuzco, y 2,000 distribuídos en otras guarniciones. Estas fuerzas mantenían una relativa tranquilidad y estabili– dad en· sus zonas de dominio. Sin embargo, el orden se vió turba– do por la rebelión del general Pedro Antonio de Olañeta, quien se levantó contra el Virrey en los primeros meses de 1824. Este mo– vimiento determinó que La Serna ordenara a Valdés que se despla– zara al Alto Perú para tratar de someter a las fuerzas sediciosas. Así la acción del general rebelde, rompió el equilibrio de fuerzas, hasta entonces existente, creando una dispersión de efectivos nada conveniente para la causa del Rey. Los realistas esperaban avanzar con 12,000 hombres sobre Trujillo, dejando en la retaguardia a las guarniciones del Alto Perú y a otras de menor importancia. Este ataque -según Valdés- hu– biera sido muy provechoso, de haber contado con el apoyo de Ola– ñeta. Sin esta ayuda, corrían el riesgo de ser sorprendidos por la retaguardia, dada la facilidad que tenían los insurgentes de movili– zarse por el mar. ''El tiempo de hacer milagros ha llegado" (Bolívar). Como antes habíamos referido, el Libertador se estableció en el norte desde fines del año 23, decidido a organizar un nuevo ejér– ito suficientemente poderoso como para satisfacer todas sus aspi– raciones. Esperaba, pues, batir al Virrey dentro de pocos meses. Su enfermedad, las traiciones y los problemas políticos y adminis– trativos, frustraron por el momento estos deseos.

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