La campaña libertadora de Junín y Ayacucho

32 HUGO PEREYRA PLASENCIA e.he y sobre las nieves y al lado de las vicuñas, escribo a usted esta carta que deberá estar helada, si un cóndor no se la lleva y la hace calentar al sol" (15). Después de nombrar a 'Miller jefe de los montoneros de la re– gión, el Libertador salió de Huaraz con su E. M. en dirección a Huánuco. Allí se estableció desde el día 24 para esperar la llega– da de las tropas. Mientras los patriotas se aproximaban al sur, Otero y Miller reconocían intensamente las pampas de Bombón y de Junín. Por aquellos días, este último ocupó Reyes, en donde asumió el mando de 1,500 montoneros de caballería y de infantería. Miller narra en sus memorias, el episodio de la singular revista que tuvo efecto en aquella modesta población andina: "Unos estaban montados en mulas, otros en caballos, algunos llevaban gorros de piel de oso, otros cascos, otros morriones, y muchos tenían sombreros gachos de lana de vicuña; algunos tenían plumas, pero la mayor parte no llevaba plumaje. Sus trajes no eran menos variados; chaquetas de húsar, casacas de infantería y pellizas encarnadas, quitadas a los realistas muertos, estaban entremezcla– dos con los uniformes patriotas. A esto deben añadirse pantalones de mameluco, otros ajustados, con campana y cuchillos corridos de piel, calzones cortos, sandalias, y sin zapatos, pero todos esta– ban uniformados de alguna prenda. Cada individuo tenía un pon– cho, que llevaba en forma usual o liado alrededor de la cintura en forma de faja, o colgado fantásticamente sobre el hombro; tampo– co había ninguno que dejase de llevar su lazo. Sus armas tenían la misma diversidad; fusiles, carabinas, pistolas, espadas, bayonetas, sables, grandes cuchillos y lanzas o picas eran las armas con que el azar había armado ya a uno, ya a otro de ellos, pero los cuales manejaban en el combate con terrible efecto. El comandante de ellos, el capitán ( ... ) que había sido nombrado en consideración a sus particulares hazañas, iba armado con una pistola, una carabina y una larga espada recta, que había quitado a un coronel español, a (15) Emil Ludwig. Obras Completas. Bolívar. Tomo IV. Pág. 242.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx