La campaña libertadora de Junín y Ayacucho
44 HUGO PEREYRA PLASENCIA aunque sin éxito alguno, pues lo pantanoso del terreno, le hizo cambiar de dirección, por lo que hubo de arremeter frontalmente a los dos escuadrones de dicho sector realista. "El primero - escribe Miller- volvió caras; pero el segundo en su retirada nos flanqueó y nos puso en tal desorden que nos retiramos corriendo a corta distancia" (31). Miller trató de tomar el camino de Reyes para salvar a sus maltrechos cuerpos de una debacle mayor, mientras los virreina– les lo perseguían tenazmente. Por la otra ala, Braun, con algunos de sus granaderos y una compañía de Húsares, al mando del capitán Camacaro, se inter– naron en las formaciones realistas, haciendo alarde de gran va– lentía, logrando romper la línea y abrirse paso a punta de lanzas y a sablazos. Los atolladeros que por aquel sector impedían la mo– vilidad de los jinetes de Canterac, facilitaron la tarea de Braun, quien llegó a tomar la espalda del enemigo y desorganizar par– cialmente sus filas. Necochea no corrió igual suerte y, aunque se batió como un león, fue arrollado y tomado prisionero, tras recibir siete heridas (32). Miller tomó el mando en reemplazo de éste. El panorama que presentaba el campo de batalla en aquellos instantes, era realmente sangriento y espantoso. Pese a lo deses- (31) Este fragmento ha sido sacado de la carta que envió Miller a su her- mano Juan, que está fechada en Tarma el 9 de agosto. Esta carta fue escrita originalmente en inglés y la encontró entre los papeles del ge· neral O'Higgins, el señor Benjamín Vicuña Mackenna. Mariano Felipe Paz Soldán obtuvo una copia de ella de manos del mismo general Miller en 1860, y es la que se halla consignada en su Historia del Perú Independiente. Tomo I. (Segundo Período). Cap. XVIII. Pág. 255, 256 y s. (32) Se dice que el soldado realista que capturó a Necochea le salvó la vida al reconocerlo, pues había sido jefe suyo en el Ejército de los Andes. Este mismo soldado, que tuvo tan noble gesto, fue muerto posteriormen– te cuando Necochea era rescatado. Miller. Memorias. Tomo II. Pág. 143.
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