La campaña libertadora de Junín y Ayacucho

LA CAMPA!>!A L!IlERTADORA• DE JUNIN Y AYACUCHO 69 meras patrullas· realistas empezaron a inspeccionar el terreno que habrían finalmente de ocupar. Sucre estableció su Cuartel General en una choza de pastores, cerca de las ruinas de la iglesia de San Cristóbal. A las tres de la tarde, este jefe, conjuntamente con La Mar, se dispusieron a observar los cerros del frente por si avistaban finalmente a los enemigos. El Mariscal peruano comentó: "El Vi– rrey ha tenido miedo de comprometer su ejército en el paso de la cañada, y por no cruzarla delante de nosotros se ha subido a ia cumbre para descabezada en su nacimiento y descender por aquí (señalando la loma más cercana al campamento), porque su táctica ha sido siempre atacar a sus adversarios de alto a bajo; rara vez se ha presentado en campo raso" (56). Efectivamente, dos horas después (5 p.m.) los realistas em– pezaron a bajar por el lugar señalado y tomaron posición en los inmensos cerros del Condorcunca. Los coloniales armaron algunas piezas de artillería que ostigaron continuamente a los patriotas hasta la caída de la tarde. Asimismo, ambos ejércitos desplegaron varias compañías que combatieron encarnizadamente, registrán– dose varios muertos y heridos. Los jefes patriotas realizaron una junta de guerra en la que resolvieron dar batalla al día siguiente, por hallarse escasos de provisiones y de municiones. Ya entrada la noche, corrió la voz en el campo realista de que el General Valdés se proponía alarmar a los enemigos con algu– nos tiradores. Córdova se le adelantó, pues a eso de las once, junto con varios soldados (algunos de ellos provistos de cornetas y tambores), se acercó a l~s posiciones realistas y, en medio de una estruendosa gritería y música, rompió un mortífero fuego, que fue contestado a los pocos minutos por los aturdidos virrei– nales (57). Tras haber cumplido satisfactoriamente su misión, Cór- (56) Nemesio Vargas. Ob. cit. Tomo II. Págs. 238 y s. (57) Murió en la incursión el teniente coronel Palomares, del batallón Im– perial Alejandro, quien se hallaba durmiendo.

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