La campaña libertadora de Junín y Ayacucho

LA CAMPAl'l'A LIBERTADORA DE JUNIN Y AYACUCHO 71 dar inicio a una animada plática, el monarquista tuvo la impru– dencia de manifestarle: "¡Hay, hermanito mío! ¡cuánto siento verte cubierto de ignominia!". Vicente Tur reaccionó violentamente, di– ciéndole: "¡Yo no he venido a que me insultes, y si es así, me voy"!. Cuando el patriota hubo dado algunos pasos, su hermano corrió hacia él y se disculpó, abrazándolo con gran cariño, mien– tras algunas lágrimas rodaban por sus mejillas. Una escena similar se produjo entre los hermanos Blanco, nacidos en el Alto Perú y ambos de caballería (58). Valdés nos refiere que a las 9 de la mañana, el Virrey reunió a Canterac, Carratalá, a los generales de división y a los coman– dantes generales de artillería e ingenieros "en un punto que do– minaba y descubría pe1fectamente la situación de los enemigos y todo el campo de batalla". Se iba a discutir acerca de si era o no recomendable presentar batalla en aquel lugar, y en el caso de hacerlo así, de qué manera debía planificarse la ofensiva. Estos dos puntos fueron acordados "sin dificultad de jefe alguno". Lue– go, "oídos los pareceres y opiniones manifestantes sobre ambos particulares", se dictaminó el plan de ataque, cuyos puntos bási– cos reproducimos a continuación: (59). (58) Manuel Antonio López. Ob. cit. Pág. 214. (59) Conde de Torata. Documentos para la Historia de la Guerra Separatis– ta del Perú. Tomo III. Refutació~ que hace el Mariscal de Campo don Jerónimo Valdés del Diario que escribió don José Sepúlveda sobre la última campaña del ejército espafiol en el Perú. Pág. 62. He aquí un hecho curioso de la campaña: como hemos visto, Valdés sostiene que el referido plan de ataque se elaboró sin que ningún jefe manifestara abierta oposición a ninguno de los puntos expuestos. Sin embargo, el general García Camba en sus Memorias (Tomo II. Cap - XXVII. Pág. 301) refiere que se reunió a los jefes "para oír de la boca del general Canterac, segundo jefe del ejército y jefe del estado mayor general las disposiciones del ataque que se habría de ejecutar, previ– niendo a dichos jefes conforme iban llegando la parte de ejecución a cada uno designada". García Camba recalca el hecho de que no hubo discusión alguna y que las disposiciones fueron ideadas sólo entre Can– terac y el Virrey, sin tomar en cuenta para nada las opiniones del resto.

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