La campaña libertadora de Junín y Ayacucho

LA CAMPA¡q:A LIBERTADORA DE JUNIN Y AYACUCHO 83 "Imposible sería pintar -dice García camba- la sensación que tan tristes relatos causaron en el ánimo de todos los desgraciados circunstantes: un asesinato vil era ya el término probable del es– pañolismo más puro: momento de terrible e inexplicable angustia del cual podrán sólo formarse una idea los hombres reflexivos, pundonorosos y sensibles. La confusión y la incertidumbre estaban retratados .en el semblante de todos, y ninguno acertaba a propo– ner el arbitrio que convendría adoptar en tamañas circunstan– cias ... " (71). Empezaba a declinar el día, cuando La Mar se presentó en el campo realista, precedido por un ayudante, quien solicitó hablar con Canterac. Así, éstos jefes sostuvieron una breve conversación, después de la cual el español se dirigió donde sus camaradas a ma– nifestarles 'que el general Sucre estaba dispuesto a concederles una capitulación honrosa (72). Canterac y CarrataJá bajaron entonces al campamento patriota, en donde se redactaron los primeros puntos de la capitulación. Una copia de ella fue enviada al campamento realista, en donde se apro– baron casi la totalidad <le las cláusulas expuestas. Al día siguiente, en la mañana, se presentaron García Camba y Valdés, con quienes se hicieron los arreglos definitivos del histó– rico acuerdo. Aquella mañana, Miller vio acercarse a su cabaña, en compañía de Sucre, "a u~ oficial español; éste era de pequeña estatura, delga- (71) García Camba. Memorias. Tomo II. Pág. 309. (72) Juan Basilio Cortegana, en un artículo titulado "La verdad histórica acer– ca de la batalla de Ayacucho", nos refiere que después de la batalla se presentó a La Mar un oficial español apellidado Repojo, que decía ser ayudante de Canterac, a manifestarle que si sería posible otorgarle una capitul.ación decorosa. La Mar respondió: "¿Y dónde está el general Canterac?". A poco rato se presentó éste y entabló una breve conversa– ción con el Mariscal peruano. El resto es similar a lo que la mayoría de los historiadores ha escrito. Continúa diciendo Cortegana que hubo gente que vio a Canterac bajar solo, con un pañuelo blanco en la punta de su espada, encontrando al poco rato al citado jefe patriota.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx