La campaña libertadora de Junín y Ayacucho

LA CAMPA&A LIBERTADORA DE JUNIN Y AYACUCHO 87 Respecto a la quebradilla que dividía el terreno por el centro y la izquierda insurgentes, podemos decir que ni Sucre ni La Serna se preocuparon en reconocerla detalladamente, especialmente este último, quien debió haber aprovechado la noche en ocuparla y en preparar el emplazamiento de la artillería del ala izquierda, que ni siquiera llegó a ser utilizada. Por otro lado, el plan de ataque que elaboraron los jefes realis– tas, se hallaba -según la opinión de Valdés- bien concebido y ex– plicado, sin que ocurriera en su ejecución otra falta que el inespe– rado avance del primer batallón de la izquierda, lo que atrajo la atención de Sucre hacia ese sector, permitiéndole distribuir de ma– nera eficaz s,u reserva. El segundo punto se refiere a la dudosa fidelidad de las tropas coloniales que, luego del primer encuentro, se negaron rotundamen– te a seguir combatiendo. García Camba escribe al respecto: "Aterrorizados los soldados de una manera inexplicable por un desenlace inesperado y del cual estaban muy distantes sus creencias, sólo atendían a dispersarse por entre las breñas, arrojando muchos las armas, las fornituras, las casacas y los morriones para tomar con mayor desembarazo la dirección que más cuadraba al intento de restituirse unos a sus casas y de volverse otros a las filas ene– migas a que antes habían pertenecido" (76). En una circular fechada el 19 de Julio de 1830, en la que Cante– rae habla de los sucesos del Perú, se dice lo siguiente: "Si asimismo la totalidad de los soldados que componían el Ejército del Norte, excepto el pequeño número de europeos, no eran forzados o prisioneros hechos al enemigo, de tal modo que se hacía forzoso acampar siempre por batallones en cuadro, encerran– do en él a los soldados sin permitirles salir para las urgencias más (76) García Camba. Memorias. Tomo II. Pág. 307.

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