La campaña libertadora de Junín y Ayacucho
92 , RUGO PEREYRA PLASENCIA fragata mercante francesa Hernestine, que se dirigía a Europa. Lo acompañaban los generales Valdés, Villalobos y Maroto; los briga– dieres Landázuri, Ferraz, el coronel Santa Cruz y varios subalter– nos y compatriotas. "La escuadra despidió al Virrey con una salva de artillería; últimos honores que recibía el último mandatario del Perú colonial. .. ". Zarparon también los bergantines Aquiles y Constante, el trans– porte Clarigton el navío Asia, hallándose entre los pasajeros de este último los brigadieres Andrés García Camba y Mateo Ramírez. La travesía de estos últimos cuatro barcos fue desastrosa y ninguno llegó a su destíno. El 10 de Marzo se sublevaron en la rada de Umatac (las Marianas), las tripulaciones del Asia y del Constan• te, los cuales zarparon el 11 de Marzo no sin antes incendiar al trans– porte Clarington. El Aquiles corrió la misma suerte, ya que el día 13 se hizo a la mar enarbolando el pabellón de la República de Chile, gobierno al cual se entregó. El Asia y el Constante hicieron lo mismo en México. La Hernestine fue alcanzada el 6 de Enero, en la noche, por el bergantín de guerra chileno Galvarino, el que llegó a dispararle algunos cañonazos, obligándola a detenerse. Subió entonces a bordo el segundo comandante de aquella nave, manifestándole al capi– tán Mr. Dugen, que tenían órdenes de conducir su barco nuevamen– te hacia Quilca. Esto dió lugar a airadas protestas por parte del Virrey y de los demás jefes realistas, quienes le mostraron sus pa– saportes. Concluído este lamentable incidente, la fragata francesa prosiguió su rumbo en libertad (82). El 18 de Diciembre, llegó a manos de Bolívar la carta en la que Santa Cruz le informaba de los halagadores sucesos de la Qui– nua. Estas noticias le causaron una explosión de júbilo que se des• bordó en manifestaciones desusadas de alegría: Quitándose de en• cima el dolmán y el sable, como para significar que ya no los nece– sitaría más, empezó a danzar por la pieza que ocupaba, gritando emocionado: "¡Victoria, victoria, victoria ... !". (82) Mariano Felipe Paz Soldán. Ob. cit. Cap. XXI. Pág. 290 y s.
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