La carta a los españoles americanos y su repercusión en la independencia de Hispanoamérica
"CARTA A LOS ESPA~OLES AMERICANOS" 109 mejor parte de la vida; somos desembarcados en esta Provincia de Caracas, la coyuntura y el tiempo nos parecen sumamente favorables para la conse– cusión de vuestros designios; y cuantas personas componen este Ejército son amigos o compatriotas vuestros; todos resueltos a dar la vida si fuese necesario, por vuestra libertad ~ independencia, bajo los auspicios y protec– ción de la marina británica. Con estos auxilios podemos seguramente decir, que llegó el día, por fin, en que, recobrando nuestra América su soberana Independencia, podrán sus hijos libremente manifestar al Universo sus ánimos generosos. El opre– sivo insensato gobierno, que obscurecía estas bellas cualidades, denigran– do con calumnias nuestra modestia y carácter, consiguió también mantener su abominable sistema de administración por tres siglos consecutivos; más nunca pudo desarraigar de nuestros corazones aquellas virtudes morales y civiles que una religión santa, y un código regular inculcó en nuestras cos– tumbres formando un honesto índole nacional. Valgámonos, pues, de estas mismas estimables prendas, para que, ex– pedidos los pocos odiados agentes del gobierno de Madrid, podamos tran– quilamente establecer el orden civil necesario a la consecución de tan hon– rosa empresa. La recuperación de nuestros derechos como ciudadanos y de nuestra gloria nacional como Americanos Colombianos, serán acaso los menores beneficios que recojamos de ésta tan justa, como necesaria determinación. Que los buenos e inocentes indios, así como los bizarros pardos, y mo– renos libres crean firmemente, que somos todos conciudadanos, y que los premios pertenecen exclusivamente al mérito y a la virtud, en cuya suposi– ción obtendrán en adelante infaliblemente, las recompensas militares y civi– les, por su mérito solamente. Y si los pueblos holandeses y portugueses pudieron en otro tiempo sa– cudir el yugo de la opresora España; si los suizos y americanos nuestros ve– cinos, igualmente consiguieron establecer su Libertad e Independencia, con aplauso general del mundo, y en beneficio de sus habitantes, ¿por qué, pues nosotros, que por lo menos somos 16 millones, no lo ejecutaríamos fácil– mente, poseyendo, además de ello, el Continente más fértil, más inexpugna– ble, y más rico en la Tierra? El hecho es, que todo pende de nuestra voluntad solamente y así como el querer constituirá indubitablemente nuestra Inde– pendencia, la Unión nos asegurará permanencia y felicidad perpetua: Quié– ralo así la Divina Providencia para alivio de nuestros infelices compatriotas: para amparo y beneficio del género humano. Las personas timoratas, o menos intruídas que quieran imponerse a fondo de las razones de Justicia y de equidad, que necesiten estos procedi– mientos junto con los hechos históricos que comprueben la inconcebible in– gratitud, inauditas crueldades y persecuciones atroces del gobierno espa– ñol, desde el momento casi de su descubrimiento, lean la Epístola adjunta de D. Juan Viscardo, de la Compañía de Jesús, dirigida a sus compatriotas;
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